sábado, 28 de agosto de 2010

La imaginación Historica en Collingwood III


Para Collingwood, el pensamiento histórico ha forjado su propia técnica de forma definida y segura, transformando el pensamiento y la acción. Aun así, hay que dejar claro que el pensamiento histórico trabaja con objetos, que son los acontecimientos que han dejado de ocurrir, a la vez que las condiciones en las cuales ocurrieron ya no existen. Así, el hecho histórico es un “no ser”, pero se vuelve el acontecimiento perceptible al pensamiento histórico. Por ello, para Collingwood, la ciencia histórica es diferente a las ciencias duras, ya que el sujeto (historiador) y el objeto (los acontecimientos) no tienen contacto en lo real, en lo tangible, y no se puede crear conocimiento de esta forma. Por lo tanto, la percepción de las ciencias naturales no es la misma percepción del conocimiento histórico, porque la construcción de conocimiento del pasado no se ejecuta correlacionando acontecimientos en tiempo real. En definitiva, el acontecimiento no puede ser trabajado de forma directa. No se puede estar en un momento dado, estudiando una guerra de facto. Eso no es historia. Como lo indica Collingwood, la historia es absolutamente conocimiento razonado de los que es transitorio y concreto.

La historia según Collingwood, se asemeja a la ciencias duras, en el sentido que el conocimiento es inferencial, en el deducir, del fluir de ideas a través de la investigación. Pero la diferencia entre está ciencia con la ciencia natural, se traduce en la racionalización, no en abstracciones sino en cosas concretas, la cuales no son universales sino más bien son individuales, que tienen espacio y tiempo propio. Por ejemplo, un hecho único, es la defensa de la ciudad de Chillán en 1813 frente a al sitio efectuado por Carrera, ésta dirigida por el coronel Sánchez. Por ende, el acontecimiento histórico es universal, el sitio de la ciudad de Chillán, pero que tiene características propias, que la diferencian de otros sitios. Para Gardiner, esta sentencia esta incompleta, mientras en que aspectos es único. La atribución del término “único” a cualquier acontecimiento o cosa presupone lógicamente una clasificación previa” Por ello, Gardiner completa lo dicho por Collingwood, ya que a fin de destacar la individualidad de un acontecimiento, debe describir con palabras aquello de sus rasgos que lo diferencias de otras cosas”

Para Collingwood, la visión de la historia en el sentido común es totalmente refutable, una visión como el dice “la gente cree”. Esta teoría se compone de cuatro partes, primero, para conocer el acontecimiento o el estado de las cosas hay que entrar en contacto con él, segundo hay que usar la memoria o sea recordarlo, en tercer lugar se debe exponer de forma inteligible y por ultimo aceptar lo expuesto como algo verdadero. Aquí el historiador inglés entra en lo que él describe en el creyente historiador y la autoridad. Esta autoridad es una verdad histórica prefabricada, como un axioma tradicional, por lo tanto no debe ser mutilada. En otras palabras, trata sobre dogmas históricos irrefutables, que para el sentido común, es lo concreto y no puede ser puesta a crítica. Entonces el historiador crédulo, es solo un historiador de bajo nivel. Collingwood decide objetar esta visión, en tres ideas. Primero a las autoridades además de examinarlas, se selecciona lo importante, segundo se les interpola, en el sentido de ocupar aquellas sentencias significativas de otros investigadores, que el historiador puede ocupar en su propio trabajo, y en tercer lugar se les critica, para rechazar o enmendar una mala información. De esta manera Collingwood, lleva a cabo una cierta simbiosis entre el sentido común y el verdadero trabajo del historiador de selección, construcción y crítica. Esto último, indica que lejos de apoyarse en una autoridad, se apoya en su pensamiento, por ende uno es su propia autoridad, ganado así autonomía. El historiador, por sí solo se da la libertad de analizar a sus autoridades y escoger lo que necesita, ese es el trabajo de interpolación. El historiador trabaja con su propio criterio y método.

El método del historiador, para Collingwood, es la interrogación de las fuentes, de carácter policial, buscando las verdades o bien para declarar al autor de tales fuentes como un ignorante, en cierto sentido, hacer un revisionismo de los historiadores anteriores a él. El aceptar el argumento de sus autoridades significaría que solo fue aceptado, en el sentido de sus propios criterios como historiador. De esta manera, el historiador tendrá madurez para no ver a los autores más experimentados de una forma jerárquica, sino más bien desde una perspectiva horizontal, implícitamente hablamos de la critica, de la separación y si una verdad resiste y se mantiene por si misma, y no por el hecho de que provenga de un historiador de importancia, sino por la propia intelección de quien las examina.

De todas formas, Collingwood propone la racionalidad de los por qués… mediante una lógica policial, a través de un conjunto de pruebas, para posteriormente inferir, al más estilo de Sherlock Colmes, para así reconstruir un caso histórico. Bien una de las sentencias de Collingwood, que resume su teoría sobre la explicacion histórica basado en el pensamiento histórico y en la re-creacion es el siguiente:

“La historia es, pues, una ciencia, pero una ciencia de una clase especial. Es una ciencia a la que compete estudiar acontecimientos inaccesibles a nuestra observación, y estudiarlos inferencialmente, abriéndonos paso hasta ellos a partir de algo accesible a nuestra observación y que el historiador llama “testimonio histórico” de los acontecimientos que le interesan”

Este aspecto es interesante, porque para Collingwood el historiador científico, va haciéndose preguntas con respecto a la problemática que le interesa investigar –como lo realizaría el investigador policíaco-. Cada paso del razonamiento depende plantear preguntas, pero esas interrogativas se las hace sí mismo ¿Cómo y por que Carrera detuvo el sitio de Chillan?, así de una manera socrática, el daimon interno va iluminando los cuestionamientos, antes de tener una contemplación casi inerte frente al objeto de estudio.
El hecho de interrogar –como lo indica el autor-, de torturar las fuentes, estas dirán información que no darán la respuesta indicada, mas bien será parte de la prueba histórica. El historiador sabe que formulaciones lleva los cuestionamientos, y no es importante que la declaración sea verdadera o falsa, es el por qué de la declaración. Las resoluciones no dependerán de la cantidad de evidencias que salen en la investigación y de su posterior análisis, sino más bien será en su produjo pensamiento autónomo. Así Collingwood no habla de fuentes históricas, sino de pruebas históricas.

martes, 17 de agosto de 2010

La Imaginación Histórica en Collingwood II

Lo otro, es recrear el pensamiento del actor histórico, que son claves para una coyuntura histórica, comprender como una decisión es capaz de cambiar el curso de la historia, eso si, no de una forma historizante, contando todo con detalles, sino mas bien entregando una explicación al por qué de la coyuntura. Para el historiador las actividades cuya historia él está estudiando no son un espectáculos para contemplar, como en las ciencias naturales, sino mas bien una experiencias para vivir en su propia mente. La historia para Collingwood, en el fondo es recreación. Del pensamiento intelectualizado a conocimiento histórico.

Ahora que pasa con la acción no premeditada , ese comportamiento que fluye por inercia, o por reacción que se dan en una circunstancia. Pregunta que se hace Walsh, ya que las acciones físicas de los humanos, no equivale a un pensamiento intelectual elaborado, ya que en medio de ellos, hay sentimientos y emociones, ese es un punto en la cual Collingwood, no puede desentenderse. Es cierto que entrar en los pensamientos del general o del político y recrearlo es ciertamente factible, pero lo es solamente cuando el historiador no sepa o entienda de estrategia militar, geopolítica o bien de ciencias políticas. El profesor Walsh niega esa posibilidad totalizadora de construcción histórica, ya que hay otras variantes que no son tomadas en cuenta y no captan la totalidad del hombre. Pero no niega que lo interesante de la ciencia histórica, no es el exterior, sino el interior de los procesos históricos, pero no de forma intuitiva, sino más bien de una forma preparada. Por otro lado, el trabajo de la empatía con personajes del orbe occidental, es factible llevarlo a cabo, y así descubrir sus pensamientos, pero personajes que no pertenecen al mundo cultural del historiador, es poco factible, Walsh da el ejemplo de un médico brujo de las tribus africanas, ya que pertenece a un mundo diferente. Sería difícil entrar en empatía con él. Por lo tanto, se necesita la empatía a través de la experiencia directa e inferir por medio de la experiencia de segunda mano. Para el caso del medico brujo, se debe tomar herramientas de la antropología o de la etnografía. De esa forma. Walsh nos indica, negando en parte la propuesta de Collingwood “…la historia se interesa por las acciones y las experiencias de seres humanos del pasado. El historiador (…) trata de resucitar el pensamiento del pasado; pero no solo se interesa por las ideas propiamente dichas, sino también por el fondo de sentimientos y emoción que tuvieron la ideas ”. En esta aclaración, Walsh, reconoce que hay que rescatar la experiencia, lo que es llamado el exterior del acontecimiento, pero también en el interior, y no solo al pensamiento que ah sido planeado, sino que el hombre se conjuga de otros elementos no racionales que interfieren en los procesos históricos. Gardiner es aún más crítico, indica que las sentencias de Collingwood, en cuanto a lo externo y lo interno de la historia, es artificioso y engañoso, ya que para Gardiner se habla se cosas que se hicieron y porque se hicieron, y con respecto al pensamiento histórico, es una metáfora, que implica una especie de motor invisible. Gardiner reconoce la intuición del pensamiento histórico, pero se rebela a que sea un recurso monolítico para la epistemología de la historia. En esto Gardiner deja en claro que las dos vertientes pueden achicar sus diferencias, el positivista que busca los externo, el mundo externo que afecta al hombre y es por las reacciones, y del idealismo de Collingwood, que también el hombre actúa mediante motivaciones y sentimientos, ya que la historia trabaja con seres humanos.

Para comprender un poco más esto, hay que entrar a revisar sintéticamente el pensamiento de Gardiner. Este autor indica que es posible disminuir la brecha entre el sentido común y la explicación científica, ya que tratan de entender los fenómenos en diferentes niveles cognitivos, por lo tanto, las operaciones de causalidad en el sentido común no son tan precisas en el lenguaje científico, que busca los puntilloso o lo exacto, con respecto a un fenómeno a estudiar. Pero hay un punto que se reprocha de las ciencias duras, las que indica que en el estudio de los fenómenos no hay causas, la causalidad no existe. El estudio de la causa y del efecto. Por otro lado Gardiner, con respecto a la historia, reconoce que los acontecimientos son únicos, ya que son de gran riqueza y de complejidad irreductible, cosa que concuerda con Collingwood, pero se opone a él en el sentido que es posible clasificar, mencionar las causa de las revoluciones en general; puede hacer tal cosa a modo de guía para mostrar al lector el tipo de factores que el busca a los largo de su investigación. Puede señalar que la historia muestra que las revoluciones no ocurren de la nada, sino mas bien por procesos anteriores que se han ido cultivando sin ser percibido por su contemporáneos. Dicho de otra forma, los acontecimientos son únicos, pero hay ciertas directrices que se repiten en eventos similares, por lo tanto es posible su clasificación y generalización. En Gardiner hay algunos puntos importantes que acotar, en primer lugar, hay lugar en la afirmación de que el asunto de la historia implica el uso de categorías de explicación, parte de aquellas que hacer referencia a las leyes causales, si con esto se quiere decir tan solo podemos explicar la conducta humana en términos no causales, pero refuta que el comportamiento humano, puede interpretarse correctamente solo en términos no causales y en segundo lugar, que en la historia hay ciertas personas invisibles en las mentes, controlando las acciones humanas premeditadamente .

jueves, 12 de agosto de 2010

La Imaginación Histórica en Collingwood I




La famosa frase “la historia es ciencia o no es ciencia”, es un punto crucial, para indicar que es un tema sin resolver, pero que es vital entender, ya que el sentido de la cientificidad es discutido a partir del siglo XIX, en el cual Ranke da su postura tan bien recordada en cada trabajo teórico histórico. Este es un estudio sobre la cientificidad de la representación historiográfica en la discusión epistémica contemporánea, basado en la proposición del pensamiento histórico como respuesta explicativa y contestataria al cientificismo histórico positivista y una discusión sobre la epistemología histórica a base de la imaginación en el concepto del pensamiento histórico de Collingwood. Al observar como ha evolucionado el concepto de cienficismo a través de diferentes miradas en el tiempo y en el campo histórico, trae consigo un cambio de perspectiva con respecto al objeto de la historia que es el pasado. Este trabajo se trataría en una discusión sobre como se construye la representación histórica, bajo diferente prismas, partiendo desde Hempel a Recoeur, pero como eje central el pensamiento teórico de Collingwood.

En 1942, un filosofo llamado Carl Hempel publica un artículo llamado “función de la leyes generales de la historia”, el cual genera sensibilidad y reacción. Esto producirá un efecto dominó que implicará, una discusión en las formas de crear conocimiento, lo que conlleva a un trabajo epistemológico de gran envergadura. El Neopositivismo, corriente historiográfica que intenta homologar la ciencia histórica con las ciencias físicas, mediante operaciones de analogía y aplicación de principios o leyes generales. Citando a Popper, la hipótesis universal puede considerarse como afirmación de una regularidad del siguiente tipo, de un acontecimiento que siempre ocurrirá bajo un lugar y tiempo determinados, por lo tanto se enuncian leyes de tipo universal y de condiciones en los cuales debe ocurrir . La historia es solo un enunciado de lo que es una ley, de este modo mediante la inducción y en un trabajo correlativo se puede generalizar. Para Hempel, la historia es una cuasi-exploración científica, o sea, no tiene la esencia de la física o de la biología, en otras palabras, de las ciencias naturales. Las explicaciones en historia corrientemente son al aire, simplemente esbozos, por lo que es refutable epistémicamente, basándose en definiciones metafóricas, que para Hempel es una debilidad, ya que la historia no es conciente de los conceptos utilizados y no sabe operacionalizarlos, más bien las explicaciones deben ser concretas. La historia debe indicar precisiones, así como lo hicieron en su momento los cliometristas, de este modo generar indicadores. El pensamiento de Hempel se vincula con una ciencia explicativa, bajo el uso de la cuantificación y tener conciencia de una objetividad exacta. Por ello, es importante precisar las hipótesis, que deben ser falseables, en otras palabras que sean susceptibles de refutación, traduciéndose de este modo a una teoría histórica que sea realmente científica y no dogmática, cosa que posee ciertas escuelas materialistas de tipo marxista. Por otro lado, para Hempel el historiador no es conciente de dar una explicación, ya que es deficitario en ese aspecto. Además le cuesta reconocer que se equivoca, debido al comportamiento del gremio de perder su profesionalismo, que se acerca más a lo dogmático que tener una postura abierta a la construcción científica.


Una de las reacciones o respuestas a esta postura científica dura, la entregó el historiador inglés Collingwood. Un profesor y arqueólogo, que en 1946 publica una obra llamada “Ideas de la historia”. En esta obra realiza una revisión de la historia desde Roma a Hegel y también un trabajo de filosofía de la historia. Se deja claro que él no es un positivista porque en su postura hay una separación de la visión que en historia, hay un rechazo a la postura que las técnicas de la historia son análogas a las de las ciencias naturales y en las leyes generales, por lo tanto, es un antipositivista. La segunda mitad de su obra, es la causación de la historia y de su cientificidad, pero de una cientificidad propia de la historia. Como entender esta causalidad. Parte diciendo que “la historia es una ciencia ni mas ni menos”, que hay un contraste entre el mundo del físico y el mundo del historiador y de los objetos que tratan. La causalidad, para Collingwood, son las motivaciones del pensamiento, en una especie de intrahistoria. En otras palabras, es tratar de conectar el por que de las decisiones de los personajes históricos a través del pensamiento, no como emoción ni sentimientos, sino como intelectualidad o racionalidad, y como esto repercute en los procesos históricos. De esta forma, el historiador “ve a través de los hechos”, en una clara referencia a Dilthey, en el sentido de la empatía. Arthur Danto, indica refutando a Hempel, desde el punto de vista de la descripción, en la cual converge con Collingwood, pero con ideas epistemológicas diferentes. Danto sentencia que nos hay dos clases de acontecimientos (Científico y el histórico), sino dos clases de descripciones. Esto quiere decir que, que el lenguaje científico, no puede entregar para la historia la información producto del lenguaje utilizado.

domingo, 8 de agosto de 2010

La Tierra para el que trabaja. Género, sexualidad y movimientos campesinos en la Reforma Agraria chilena. Heidi Tinsman


“La Tierra para que el trabaja” de la historiadora Heidi Tinsman, es una obra historiográfica que relata y analiza el conflicto de los campesinos del Valle del Aconcagua entre 1950 - 1989. En ella, se explica las diferentes visiones de una construcción histórica de los cambios vividos durante el proceso de la Reforma Agraria. En su obra, va tomando esta transformación de la mentalidad rural con respecto a formas de vida, enmarcado en aspectos sociales y cotidianos, especialmente en la sexualidad, pero que a la vez toma lo político y lo económico, como factores gravitantes dentro de la explicación de los hechos.
La historia va desenvolviendo, la representación de la vida de los trabajadores, antes y durante de la década de los 50’, una forma de vida patriarcal, tanto en las relaciones de género como en las de clase, traducido en la cotidianeidad del campesino y su familia, especialmente enfocado en sus relaciones maritales y por otro lado la conexión con el patrón o latifundista. Esto va desarrollado dentro de un contexto de virilidad y masculinidad, del sometimiento domestico y sexual de la mujer a sus esposo, y de la sumisión de este marido a un patrón que controla la vida de sus trabajadores. Heidi Tirnman, explica este escenario desde la perspectiva del inquilinaje, de este trato verbal entre el dueño de la tierra y de quien le trabaja, dentro de un contexto paternalista y de derecho sobre la vida del empleado.
Los lentes son variados, ya que la idea principal gira en torno a una historia de género, la mirada política y social igualmente está siempre presente. Tinsman toma los diferentes tópicos, para el desarrollo de esta toma de conciencia del campesino y de su familia que decantan en una mejor calidad de vida. La temáticas de la justicia en el trato diario con el dueño de la tierra, los problemas de salud y de mortandad infantil y materna, la educación sexual, la participación de la mujer en las decisiones políticas que afectan directamente a las problemáticas del Estado, la cual ya a partir del gobierno de Alessandri, toma forma con esta Reforma Agraria, poniendo énfasis en los matices que tuvo durante los gobiernos de Eduardo Frei y de Salvador Allende.
Una de las ideas que más se destaca, es el tópico de género. La perspectiva de una relación entre los sexos, basado en los cambios de contexto histórico, que va conjuntamente con esta liberación femenina de la hombría patriarcal. Esta dialéctica, se manifestará con fuerza en los espacios de participación masculina, especialmente en lo político y en un amplio margen, durante el gobierno de Allende. De todas formas, Tisnmann siempre da a entender que este proceso de reforma, siempre estuvo enfocado en el hombre, como motor de los cambios y protagonistas principales de los conflictos, relegando a la mujer solo como un ente auxiliar, siempre debajo del alero masculino. No obstante, en el fondo se lograron metas de importancia en la emancipación de los derechos de la mujer, tanto en el área social, política y sobre su propio cuerpo.

La Reforma Agraria erosionó algunas formas de dominación masculina, pero reforzó otras, permitiendo tener en consideración los cambios en los grados de dominación masculina y como las mujeres afectan esos cambios.

La autora trabaja desde una perspectiva marxista-gramsciana y de género, entablando las relaciones de la lucha de clases pero también la lucha de los sexos, englobado en esta dialéctica de dominadores y dominados. En esta teoría desarrolla la problemática de “como las relaciones de género y sexualidad fueron centrales en las formas en que las mujeres y hombres campesinos negociaban la vida cotidiana, de cómo participaban o eran marginados de la vida política, de cómo eran beneficiados o dañados por el intento de rehacer radicalmente la vida rural ”. Tinsmann, trata de configurar, a bases de las fuentes recopiladas, estas tres problemáticas, vida cotidiana y participación política y los cambios que sufren dentro su contexto campesino, dentro de un dialogo de negociación y acomodo.
Se delimita temporalmente el trabajo entre los años 1950-1989, enfocándose sustantivamente a los primeros treinta años, a la vez, su marco geográfico se centrará principalmente en el valle del Aconcagua, lo que actualmente corresponde al sector cordillerano de la quinta región de Valparaíso. La autora enfatiza, que el área de estudio es la que tiene mayor representación del mundo rural chileno y se destaca por ser un punto generativo con mayor manifestación los procesos contradictorios de la Reforma, así el lector puede darse una imagen nacional desde una perspectiva regional .
Para reforzar este marco teórico, hace una fuerte discusión bibliográfica, sobre los procesos de Reforma Agraria, de esta manera logra fundamentar sus estudio y tesis sobre la misma temática, orientando al lector tanto en las fuentes secundarias y en otras visiones que van destacando, así hay sustento complementario de sustancia. Aun así, realiza sus críticas con respecto a los mismos estudios, dentro de enfoques optimistas y críticas, dentro de los primeros está Jacques Chonchol, artífice de la Reforma Agraria y ministro de agricultura de Frei y Allende, y entre los últimos, les da un realce esepcial, tanto en su apreciación sobre las contradicciones dentro del proceso de la Reforma, cita a Solon Barraclough, Sergio Gómez y a José Bengoa. El trabajo historiográfico, además es sustentado con episodios parecidos, en otros contextos geográficos y contemporáneos, ya que los fenómenos se dan dentro del proceso de la guerra fría. Tinsman saca a relucir los procesos similares a la problemática tratada, en la U.R.S.S, China, Cuba, Nicaragua, México y apreciándose como crucial para la interpretación y la tónica del análisis de la Reforma
Gran parte de la obra trata, del conflicto de género en la vida cotidiana, la base fundamental de las fuentes es la oralidad, integrándose 80 entrevistas personales, de hombres y mujeres del Valle del Aconcagua. Sin embargo, el hecho de hacer estas entrevistas, no es solo crear fuentes del fenómeno de la Reforma Agraria, sino por la dificultad de trabajar material que hable sobre la relación de género, por ello se hizo necesario, la recreación de los hechos, tanto por parte de los campesinos como de los funcionarios de la Reforma. A pesar que para Tinsman, la oralidad es una forma de sonsacar información, sobre temas que en la época eran ignorados, las fechas de las entrevistas, distan entre 30 a 20 años sucedidos los hechos. Esto implica, que la base de los recuerdos y de la objetividad al acercarse a los tópicos señalados, no son 100% verosímiles, ya que son “subjetivas y ventanas parciales hacia el pasado” . La autora protege, la identidad de los informantes, alterando sus nombres, esto es comprensible porque, en el momento de hacer los archivos, se estaba saliendo de un régimen militar que trabajó exhaustivamente reprimir todo intento subversivo, para la protección de la elite nacional. Igualmente es destacable, el uso de técnicas de recopilación, y organización e interpretación que hace la historiadora en el trabajo de fuentes orales.
Otras fuentes, son los archivos del CORA (Corporación de la Reforma Agraria), registros del ministerio de salud, de la INE (Instituto Nacional de estadística). Archivos de la Iglesia Católica, registros judiciales y municipales. En cuanto al activismo, se recopila y analiza diarios y revistas con abundante materia iconográfico, entregando una visión panorámica de un solo sector, la del campesinado, dejando dentro una relación al Estado y resignando a un lado a la elite, que interviene como un conglomerado opositor.
En la narración y en la explicación, Tisnmam, va tratando de una forma temporal positiva, los hechos, dividiendo los capítulos, en tres grandes etapas, la década de los 50’, el gobierno de Frei y el de Allende, argumentado con material bibliográfico, los grandes procesos nacionales y luego enfocándolos a la vida rural. Un punto interesante, es la apreciación de los entrevistados por cada época y de como ellos viven el cambio, desde la vida patriarcal campesina y patronal, hasta los procesos revolucionarios del periodo de la UP. Tisnman, aporta de forma excepcional, la visión de quienes protagonizaron y rivalizaron, con le elite y con los dirigentes de las diferentes facciones políticas. Se ve reflejado una visión de mundo, mucho más elaborado junto a otras que hasta la fecha se habían realizado.
A pesar que el trabajo de la historiadora es completo, apoyándose en diferentes tipos de fuentes, el enfoque aun así es parcial, solo estudia la vida de la mujer campesina u de su evolución como ente social y político, pero casi no hay referencia, con respecto a la mujer del patrón, la dueña del latifundio. Se hecha de menos, una comparación de la cotidianeidad del sector femenino agrícola de la clase alta, para realizar un aspecto mas global de la situación. Si la mujer de la elite participó de los cambios estructurales que se estaban viviendo, o bien como le toco vivir el tema de la planificación familiar, el aborto, el patriarcalismo cotidiano de la elite. Esta crítica, es por la tendencia de Tinsman, en tratar los temas desde un solo paradigma, de un solo modelo, que es la lucha de clases y estrato del género entre dominadores y dominados, de un sector, el del campesinado. La elite, es representado como un sector opositor, conservador, con la cual hay que tener cuidado, que no se le puede molestar demasiado, que la insurrección y el reclamo de derechos los trastorna, toman la violencia o bien extremisan su paternalismo por temor. Tinsman, hace su estudio dentro de un panorama del regreso de la democracia a Chile, donde hay libertad de expresión y de estudio, pero hay un cierto sabor de pintar a la elite y a los hombres, con un color oscuro y siniestro.

jueves, 5 de agosto de 2010

Cientificidad de la representación historiográfica II

En el siglo XX, el trabajo filosófico sobre la epistemología de la representación histórica fue mucho más profundo, ya que a base de éstas corrientes decimonónicas, se ampliarán las interpretaciones terminando bajo un prisma postmodernista narrativista.

El neopositivismo nuevamente se renueva bajo la dirección de dos filósofos importantes, Hempel y Popper, los cuales proponían para la historia, el uso de leyes y de métodos nomológicos-deductivos, cuantitativos y taxonómicos para la realización de explicaciones históricas convincentes, criticando sea de paso, a todo uso de la imaginación, metafísico y especulativo. La interpretación de la historia debe ser en base de datos concretos. Esto conllevó a la reacción de los herederos del idealismo, entre ellos Collingwood, que con su obra “Ideas de historia” que demandaba la explicación histórica, como una recreación mental, hecha en base del pensamiento, en la decisión premeditada y planificada, o mejor dicho racionalizada, la cual implicaría cambios en el curso histórico, diferenciándose así de la posición de Hempel. Hubo, posiciones intermedias que aceptaban ciertos aspectos del positivismo y del idealismo, como son los casos de H.C Walsh y P. Gardiner, que tratan de reconciliar estas dos corrientes y que serian útiles para una construcción histórica mejor elaborada, que es posible generalizar, correlacionar y precisar, y que el uso de conceptos iluminarían mejor el trabajo de indagación y de esclarecimiento histórico, pero rechazan de plano el uso la exclusivo el uso de leyes y la negación de la causación. Refutan en parte la visión de Collingwood, de definición de causalidad fundamentado en el pensamiento racionalizado, ya que para ellos, el hombre no solo es únicamente ejercicio reflexionado, sino también emociones, sentimientos y muchas de sus acciones no son meditadas, por ende no creen que una sucesión de hechos que sean elaborados por fenómenos telepáticos o de una conciencia colectiva autodirigida para llegar a un resultado dado. Arthur Danto, en su libro “Historia y Narración”, se aleja de la explicaron histórica a bases de leyes, y se acerca más a lo analítico y hermenéutico, poniendo sobre el tapete en lo narrativo, fundamentando la explicación de causalidad a base de oraciones o frases narrativas, para lograr así una mejor comprensión del tratamiento histórico y de la reconstrucción del pasado. Critica a quienes quieren una historia total con todos lo detalles, basado en un ejemplo llamado “el cronista ideal”. Una especie de robot, que describe con sumo detalle todos los aspectos de un pasado, estando en ese pasado como si fuera su presente, pero que tiene la dificultad de no poder interpretar, ni predecir que puede pasar en el futuro, tampoco vislumbrar las consecuencias de ese presente ni menos redimensionar la trascendencia de ciertos aspectos del presente descrito, por lo tanto, lo que hace el cronista ideal no es historia. Sino que más bien el trabajo del historiador es ese pasado recreado a base de oraciones narrativas.

El trabajo de la narración es analizado de una forma estética por Hayden White, en la cual en su obra “Metahistoria”, analiza a los grandes historiadores del siglo XIX dentro de su forma de articulación de explicación histórica. Así da cuatro fundamentos importantes dentro de trabajo discursivo, en primer lugar, diferencia la crónica (texto el cual solo describe y no tiene un final), del relato (texto estructurado, con un principio, desarrollo y final), el modo de tramar (comedia, romance, sátira) de argumentar (formismo, mecanicismo, organicista y contextualismo) y su base ideológica (conservador, liberal, radical y anarquista. En ella agrega el uso de tropos, en la labor histórica, esto implica, que los historiadores tiene un matiz en el empleo de la palabras con el objeto de dar cierto sentido a lo que quieren demostrar o narrar, de ahí viene el uso de sinécdoque, la metonimia y la metáforas. White insiste que el uso de estas características o elementos narrativos, son más bien por gusto que por valores ideológicos. Pero que implica la proposición de un discurso histórico, para análisis e interpretación, por lo tanto de la hermenéutica.

Se da paso de esta forma a Paul Ricceur, en donde se profundiza en la temática de la hermenéutica y en la narración, esto conlleva a que hay una traducción del pasado por la historiografía. Esto se expresa a través de la mimesis, a lo que Ricceur señala que el traspaso de la información se va configurando a través de reproducción de realidad, esto conformado a través de tres mimesis, que al final son diferentes interpretaciones de la realidad, que da como resultado un circularidad de visiones y enfoques.

Los hechos históricos tienen una preexistencia en un tiempo anterior, como lo indica Heidegger y el existencialismo, en el “Ser y tiempo”, donde este ser esta en un presente y en mundo con una gran variedad de posibilidades, lo que es denominado el “Dasein”, por lo tanto este ente se construye y se reconstruye constantemente, gracias a las posibilidades que ese mundo da, por lo tanto el ser tiene muchos significados y esta en una condición de constante apertura, y el fin de ello será la muerte. Por lo tanto en el pasado, el hombre esta históricamente situado, en definitiva “el ser a sido”. La única forma historiográfica que se adapta a esta concepción filosófica es el narrativismo, ya que puede expresar de diferentes maneras aquellas diferentes posibilidades que hay desde la historia a esa contante apertura a las posibilidades. Aparece el tema de lo que es real o lo irreal, que en la literatura pasan a ser diferentes modalidades de expresión, por lo tanto la historia no se restringe a una historia de archivos o de eventos concretos, sino de todo aquello que puede ser utilizado para la construcción histórica y en el trabajo de la ficción como fuente de historicidad.

La labor del trabajo histórico, en lo personal no es un faena científica basada en las concepciones hemepelianas, ya que en historia, por una parte no es posible sistematizar en base de leyes generales, tampoco es posible generar explicaciones históricas en base de esquemas nomológicos, ya que gran parte de los acontecimientos que están en el pasado, a pesar que pueden hacer referencia a ciertas teorías para llevar a cabo como lo explica Gardiner, con el objeto de clarificar o dar más luz a las elucidaciones de carácter histórico, están en lugares o espacios y contextos diferentes, aun así es posible buscar tendencias que dan esbozos de explicación. La creación de un discurso histórico, es mucho mas factible, los ejemplos de Ricceur, pueden ser tajantes al alejarse de la famosa objetividad histórica, pero útil en el momento de confeccionar el contracto histórico.

lunes, 2 de agosto de 2010

Cientificidad de la representación historiográfica I

La explicación de los fenómenos, generan siempre controversia, partiendo de la forma que percibimos los procesos que conforman tales fenómenos, al hecho de ver un mismo objeto de estudio en diferentes ángulos, implican dentro de la obviedad diferentes interpretaciones, por lo tanto una diversidad de conocimientos. Como lo explica Gardiner, hay dos formas de explicación, el sentido común y la del científico, el primero se basa en la causa de un suceso y el posterior efecto, el segundo se refiriere al estudio de las manifestaciones de la naturaleza, el cual indica la ausencia causas sino que los acontecimientos son explicados a base de un lenguaje, donde se usan conceptos, correlaciones, uso de numeraciones, leyes y teorías, lo que involucra un tipo de explicación que escapa del sentido común.[1]


En el campo historia, ya durante el siglo XX, se ha llevado a la discusión, el trabajo científico de la construcción histórica, que conlleva a una gran variedad de visiones personales de filósofos e historiadores. El filosofo en la búsqueda del sentido del conocimiento elaborado por el historiador y este último en como se construye. Uno de los fundadores de la historia científica es Leopold Von Ranke a mediados del XIX, el cual postuló que el trabajo del historiador, no es opinar, ni educar, tampoco interpretar sino que representar los acontecimientos del pasado tal cual como fueron, sin adornos ni gran retórica, todo basado en un método y en las fuentes.

Hay que tomar en cuenta, desde el siglo XIX, se ha llevado una discusión entre varios pilares fundamentales, uno de ellos es la concepción histórica científica materialista de Marx, que indica la determinación del medio sobre los hombres y en ello derivaría sus reacciones y decisiones. De cómo una superestructura (las instituciones, el Estado o la moral) es configurada a una infraestructura (las fuerzas de producción), y que eso proporcionaría una explicación a la historia, donde el hombre podría hacer un cambios concierto grado de libertad.

La otra gran corriente es el positivismo, basado en las doctrinas de Auguste Comte, en la cual postula que a base del método cientifico, la vida de los hombres mejora, dando legitimidad y estatus a los estudios de las ciencias naturales, a los cual para algunos la historia no podía estar atrás, de esta manera, los historiadores del siglo XIX como Langlois y Seignobos, crearon métodos y formas de hacer historias, bajo las premisas de hipótesis, critica heurística (externa e interna) y un trabajo en el que no podía caber la subjetividad, sino buscaba la verdad objetiva sin gran interpretación. Así, el historiador debía bajo un método teorizar y los más importante, descubrir las leyes en la historia.

Esta posición, ha generado una fuerte reacción de parte de otra corriente, denominada idealista, entre sus referentes Kant, Hegel, Croce y Dilthey. Estos daban importancia al espíritu del hombre, a su libertad de decisión y de pensamiento. A pesar que aceptaban la historia como una ciencia, negaban su concepción en el sentido de crear leyes y el uso de un método estricto, la cual era mucho más flexible, Dilthey las diferenciaba entre ciencias físicas y las del espíritu. Se buscaba la empatía con el pasado, de situarse en la posición de los actores históricos y de recrear especulativamente la historia.


[1] Gardiner “La naturaleza de la explicaron histórica” pp.16-27.