jueves, 22 de diciembre de 2011

Un comentario sobre "Britania: Un nuevo reto a la romanización". Viviana Boch de Boldrini

           
            La autora argentina dentro de este artículo quiere dar a conocer las características de la invasión romana a la isla de Britania, los rasgos de los pueblos britanos e investigar las causas de las insurrecciones. Estos serían los principales objetivos de su trabajo para la interpretación del comportamiento de los pueblos isleños a la romanización.
            Para la autora, Roma debió usar un ingenio agudo para imponerse en Britania, por ello el pretexto de romper las hostilidades fue el mal trato de parte de los nativos a los comerciante romanos, que ya habían creado una red comercial, pero para le emperador Claudio era buscar la satisfacción del ejercito y restituir el flujo económico y por otro poner fin el druidismo, corriente religiosa que atravesaba el alma nacional del pueblo britano y del mundo céltico.
            Claudio logra la victoria y hace de la región meridional e isla un foco de explotación industrial y comercial, aun así debe hacer frente a la insurrección del líder trinobante Caractaco, que gracias a la ayuda de la reina brigante Cartimandua logra apresar y llevarlo prisionero a Roma. Posteriormente, en época de Nerón, el gobernador Suetonio Paulino continua la práctica del exterminio druida atacando la Isla de Mona, pero debe hacer frente el nuevo levantamiento nacional, en manos de la reina icena Búdica, producto del cambio de política, pasando el reino iceno de un protectorado a un dominio directo por parte de Roma. Esta insurrección se combina con la los abusos por parte de los romanos a los habitantes nativos y la hostilidad por parte de estos últimos sobre los colonos y la población romanizada. Tal rebelión es aplastada, no obstante, Venuncio, marido de la reina Cartimandua, se yergue en rebeldía siendo aplastado por los romanos. Por último. Agrícola, intenta la conquista al norte de Britania, fracasando al final de su gobierno la chance de someter las regiones de la Caledonia.
            Para la profesora Boch, Britania es un mundo indómito, producto que no hubo una fácil conquista y aculturación por parte de Roma en este territorio celta. Por lo tanto, la resistencia se fundamenta en las características del pueblo britano, ya que hay que tomar en cuenta su estado de desarrollo tribal, una aristocracia terrateniente con lazos clientelares y una organización social basado en druidas, caballeros y plebeyos.
            La nobleza del sur de Britania, estaba ya bastante unida a Roma y fue fácil ser sobornada y romanizada, aceptando ser reyes vasallos del Imperio. Aun así, la resistencia  para la profesora argentina, se basa en tres aspectos de importancia. La primera corresponde a los reyes célticos, ya que daban una firme unidad y cohesión, eran autónomos, eficientes y lo más importante era su sacralidad y misticidad, implicando así unión del pueblo a su persona. Esto explica bien el caso de Búdica, que en torno a su figura es capaz de crear una unión de varias tribus contra Roma. Pero pueden perder legitimidad entre la gente y ser sacados de su puesto, como es el caso de Cartimandua.
            En segundo lugar están los Druidas, partiendo de que son una institución pancéltica, los cuales están unidos al poder real, especialmente en el britano. Estos personajes, cumplían diferentes funciones en la sociedad celta, pero tienen gran influencia en cuanto a la política, educación y justicia, por lo tanto eran un fuerte obstáculo para el proceso de romanización, ya que además representaban el espíritu guerrero y la resistencia frente a la conquista. Por ello, son comprensibles las políticas de Claudio y de los gobernadores de Britania frente a esta institución. Es mas, cuando fueron desalojados de la isla Mona, buscaron refugio en las islas que estaban fuera de la dominación romana, como Icolmkill.
            Un tercer aspecto, el cual no esta muy profundizado es el mundo rural britano, el cual para Boch de Boldrini aun se encontraba en un estado prerromano, en sus costumbres, lengua y creencias, y que se contrastaba fuertemente con el mundo urbano britano-romano, ya que en ella se adhería a los procesos romanizadores la aristocracia local.
            Al concluir, la conquista de Britania comienza como una campaña con objetivos económicos, pero que una vez consolidada, resulto en un nuevo desafío, ya que no solo se consta de una conquista territorial como tal, sino que también en un reto en la mantención y sometimiento del pueblo, que seguía a sus reyes y su religión.

sábado, 6 de agosto de 2011

El Queso y los Guzanos. Comentarios sobre su introducción.


La obra de Ginzburg partiendo desde su prólogo, lleva  las ideas de la historia de quienes no están en la historia, confeccionada desde un principio por los fundamentos de la “gesta de los reyes”, pero no de quienes estaban bajo estos grandes personajes, implicando en la historia de los anónimos y desconocidos. Entra de lleno en la problemática de las fuentes en la clases subalternas, que traten sobre el comportamiento y actitudes  de éstas, dando a relucir el tipo  testimonios usados en la expediente judiciales, listas de lecturas y formas de interpretación realizadas por Menocchio, lo que generaría un corpus fragmentario de esta “cultura popular”. El autor pone sobre el tapete, la diferentes concepciones con respecto a la “cultura de las clases subalternas” que han sido definidos como tradiciones del folklore. Pero el término cultura es un concepto prestado desde la antropología cultural, lo que envolvería teóricamente a una cultura primitiva. Esto no enseñaría el folklore como mera curiosidad aislada propia del vulgo, sino que pasaría a ser parte de una circularidad entre los subalterno y lo dominante. Esto llevaría a una reflexión de metodológica, donde Ginzburg dice claramente “… en comparación con los antropólogos y los investigadores de las tradiciones populares, el historiador parte en una notoria desventaja. Aun hoy día la cultura de las clases subalternas es una cultura oral…” Esto indicaría, que el historiador debe echar mano a las fuentes escritas que están ligadas a las culturas dominantes así como las arqueológicas, generando una doble vía indirecta a la cultura popular de época, conllevando a una serie de filtros y deformaciones.

            Así, Ginzburg da comienzo a una serie de revisiones del estado del arte más destacado en torno a la investigación de la cultura popular, cintando en primer lugar a Mandrou, indicando una coordenada que no trata sobre la producción de cultura popular sino en la imposición de cultura desde los sectores dominantes hacia los subalternos. Mandrou se había basado en libros que se vendían en ferias o mercados en las poblaciones del siglo XVI y XVII, la llamada literatura colportage. Ginzburg critica a Mandrou, por el hecho de dar por sentado el triunfo de la imposición cultural a un sector social pasivo, analfabeto, sin vislumbrar la reconstrucción de una cultura que es inminentemente oral. El autor italiano contrasta esta visión con la esbozada por M. Batchin y su obra Rebelais.  Para el autor ruso, esta confrontación de la cultura dominante y popular se expresa en el carnaval, especialmente en los países meridionales, donde se matizan lo dogmático y lo pedestre, revelando un choque pero también una circularidad entre subalternidad y hegemonía. Ginzburg destaca la descripción de los personajes populares. Para el autor italiano, el tema de las fuentes es primordial, ya que se destacan trabajos bien elaborados a pesar de la pobreza de los documentos, subrayando las obras de N. Z. Davis y E. P. Thomson. Ginzburg saca a relucir al M. Foucault, con su Historia de la locura, trabajando temas como las barreras y restricción que han dado forma a la sociedad occidental, investigando a quienes han sido excluidos. Se van entremezclando tipos de fuentes  como son los de tipo de judicial y psiquiátrico, resultando en la intersección del lenguaje de la exclusión. Así, el caso paradigmático caso de esta obra Foucaultiana, como el de “Pierre Riviere”, el cual es enajenado y no se puede realizar una interpretación coherente con respecto a las fuentes, sino más bien una descripción del  asesino que vaga por los bosques, cayendo en un populismo que no resiste análisis.

            El inconveniente de la documentación, en el caso de la cultura popular es casi siempre indirecto, para problemáticas que pueden salir a la luz y ser tratadas en una posterior investigación. Asimismo, Ginzburg lo vivencia con su obra Benandanti , cuyo objetivo era la representación de la brujería en los propios protagonistas, en este caso la bruja y el brujo, encontrándose que la barrera documental era infranqueable. De esta manera, sale a al luz el personaje principal de la obra estudiada, Menocchio, el cual es clave para comprender las creencias populares campesinas, que se van mezclados con un radicalismo religioso, utópico y de renovación social.

            Igualmente, entramos a una crítica a la forma de hacer la historia de los sectores subalternos, que es la Historia Seriada, que deja de lado lo cuantitativo y pone por encima lo cuantitativo, usando las técnicas de la demografía y de la sociología, trabajando solo el “el número y el anonimato”, decantando en el silencio de las clases inferiores. El autor italiano, destaca el uso del lenguaje, ya que ofrece una gama de posibilidades, rastreándose así una serie de elementos que pueden ser comenzados desde los archivos judiciales con literatura contemporánea, generando y vislumbrado una cultura rural dentro de un contexto histórico, gracias a un corpus que de por sí es fragmentario y que pertenece al mundo de la dominación. Por ello, hay una relevancia entre una forma de problematizar, investigar e interpretar a través de lo cualitativo ante lo cuantitativo en la temáticas subalternas.

            El caso de Menocchio,  indica u cosmos de posibilidades, como una tradición oral antigua, temas humanísticos como la tolerancia o la moral, que se extraen en su dialogo con los inquisidores, implicando una influencia externa pero que también existe una raíz tradicional campesina. En otras palabras, introducción a la racionalidad del personajes o su visión del mundo. En este sentido, Ginzburg ingresará a una fuerte crítica a la historia de las mentalidades, que busca lo común entre el gran personaje y el último de sus subordinados, una especie de colectivización del pensamiento. Lucien Febvre “caerá ­­en una trampa”, buscando las coordenadas que guían una mentalidad o psicología colectiva, lo que envolvería dejar a la masa subalterna, sin una identificación propia, por ello Ginzburg en vez de usar el termino psicología colectiva prefiere el de cultura popular.

            Así dentro de los hechos exclusivos donde es protagonista este molinero se toma en cuenta, el contexto de época en el cual se desarrollan, donde existen dos directrices, la primera  la invención de la imprenta, para una triangulación de la historia oral con lo escrito, y la Reforma que impregnara al pueblo en una motivación de expresión de sus ideas, como es el caso de los anabaptistas, de esta manera Menocchio seria el eslabón perdido de una cultura popular que hoy no existe pero que puede ser reconstruida.



[1]Ginzburg, M. (dir.)

sábado, 2 de julio de 2011

Descentralización y autonomía. Revisión y Reflexión histórica para la Región del Bio Bio. Parte III


               El centralismo hace su aparición luego de la guerra civil entre conservadores –los cuales eran centralistas – y liberales, venciendo los primeros, Concepción fue la ciudad que representó a los liberales y provincialistas autonómicos en la guerra civil, perdiendo con ello a su defensor y líder Ramón Freire. De esta manera, para algunos, la republica obtiene el orden deseado, bajo un régimen fuertemente autoritario, centralista y presidencialista[1]. Se crean una nueva constitución en 1833, al cual regirá Chile hasta 1925, desplazando al opinión y le poder decisión de las provincias hasta hoy día, generando una cultura centralista, peticioncita y dependiente de la capital. El Art. 116, indica que cada provincia residirá su administración en manos de un intendente, quien será designado por el presidente, quien es agente natural e inmediato y en art. 117 tendrá a su mandato a los gobernadores que también son designados por el presidente y son de confianza del intendente y estos tedian sujetos a los regidores de las comunas. Se disuelven las asambleas provinciales, se crea una cadena de administración y de decisiones políticas basada en la verticalidad y poderes de represión de gran fortaleza en manos del primer mandatario.  Según Catalina Saldaña, resulta evidente que un Estado penetrante tiene también la posibilidad de afectar negativa o positivamente los intereses de los distintos grupos de la sociedad; por lo tanto, si el régimen de gobierno es lo suficientemente autoritario como para permitir que quienes detenten el poder no tengan necesariamente que prestar atención a las peticiones y protestas de dichos grupos, cualquiera que sean, éstos tratarán tarde o temprano de cambiar el régimen para prevenir que las autoridades puedan hacer vales todo el poder estatal a su solo arbitrio.[2]
              Concepción en una primera instancia aceptó, pero apenas aparece la oportunidad buscaba el medio de hacer valer su voz en este contexto centralista santiaguino. Ya en 1851, se origina una revolución contra el autoritarismo, la falta de participación, el subdesarrollo provincial. La burguesía local penquista, levantando a su propio candidato presidencial el cual pierde la las elecciones frente a Manuel Montt, generando así el movimiento revolucionario anticentralista. Ellos ni buscaban la disolución de la republica ni la independencia, sino un cambio de estructura que favorezca la autonomía, la libertad y la democracia local. Aun así, santiago aplasta la sublevación en la batalla de Loncomilla[3]. Para algunos, termina aquí el protagonismo de Concepción en la lucha con santiago por el poder nacional y la descentralización.  Un nuevo intento se da en 1859, a pesar que la participación de la ciudad enquistas tuvo una breve participación su centro neurálgico fue la  ciudad de Copiapó, bajo el liderazgo del empresario minero y liberal, Pedro Leon Gallo. La ciudad de Concepción se da cuenta de la inutilidad de la lucha política armada y se dedica al desarrollo y progreso de su territorio.
            Durante los siguientes 75 años, ganándose la confianza del gobierno central comienza una era de prosperidad para la elite penquista, creándose instituciones que le permiten generar su propia administración, ganando autonomía e identidad. Se crea así, el Club Concepción en 1867, centro social, de negocios y del lobby de la elite penquista, lugar donde se tomarían decisiones de gran importancia económica y política. Se da inicio  a la actividad financiera local con el Banco de Concepción en 1871. La Sociedad Agrícola del Sur en 1881y también la prensa local con periódico llamado el diario el Sur en 1882. en 1919 se funda la Universidad de Concepción. De esta manera la ciudad del Bio Bio, logra generar por iniciativa propia ser parte del progreso nacional y regional, generando con el tiempo fundamentos para que las provincias sean consideradas desde el centro gubernativo. En 1890, se decreta la ley de comunas autónomas, dando derechos a las municipalidades de elegir y decidir sobre ciertas materias, sin tener las tutelas del intendente y de los gobernadores, liberalizando las instituciones políticas y generando cierta descentralización local[4].
En 1925 se crea una  nueva constitución para la republica, en ella la descentralización tiene un nuevo cariz, en el cual durante el periodo que estuvo vigente tal carta fundamental se realiza la primera regionalización como tal. El objeto de tal cambio reside por un modelo económico desarrollista, que busca el progreso económico del país bajo un paradigma keynesiano, con una importante participación de Estado[1]. De esta manera, gracias a esta constitución, Concepción y su entorno tendrían una contribución especial en el área industrial, pesquero, minero y silvo-agropecuario. Así, el art. 94 de esta constitución indica que cada provincia seria gobernada por un intendente asesorado por una asamblea provincial designada desde las municipalidades, podrá disponer de la administración del presupuesto y realizar peticiones mediante el intendente al poder central. A pesar de que la región participa de la dirección, políticamente no tiene gran ingerencia, es más, aun hay un fuerte control de parte del gobierno, ya que no hay una aportación ciudadana directa y los procesos de relaciones es vertical y jerárquica. Después del golpe de Estado de 1973 y la instauración del gobierno militar, esto cambiaria a un centralismo aun más estricto, sin asambleas provinciales y los alcaldes seria designados desde el poder central además de lo explicado en las primeras hojas. La nueva constitución de 1980, proporcionaría las directrices de un nuevo centralismo y una regionalización que en realidad responde a un sistema económico neoliberal de poca participación ciudadana, donde Concepción a pesar de de tener un fuerte espíritu regionalista, depende de un poder central que aun decide en el fondo el destino de su gente.
            En conclusión, la participación ciudadana es fundamental en todo proceso democrático que se expresa en la elección de sus dirigentes, respetando la soberanía del pueblo chileno, pero resguardando los intereses de quienes son de región. Esto generaría un mayor desarrollo de cada unidad territorial. Concepción históricamente ha tenido siempre las condiciones de gobernarse autónomamente, desde el principio de la conquista y de la colonia. Por otro lado, Santiago le debe mucho a Concepción, ya que mientras sacrificaba su desarrollo en pos de la mantención de la paz, Santiago se enriquecía y se desarrollaba junto con el puerto de Valparaíso. Además, fue un pilar de la Independencia de la nación, un actor y defensor importante de las reivindicaciones regionales tanto en actividades que reforzaron su idiosincrasia como en la guerra armada contra Santiago. El fuerte centralismo santiguino se refleja en la escandalosa cifra del presupuesto nacional, en la cual el 73%  de este se destina a la capital y el 17% a las regiones,[2] ¿Cómo se puede hablar de descentralización  y de desarrollo regional?
            El ejemplo español es una vía que se puede imitar. Concepción tiene una historia y una identidad, un territorio en el cual ah estado, crecido y vivido. Pero una copia con un presidente y un parlamento es un sueño lejano, producto de la cultura del chileno en general. Desde 1833 hasta la fecha, el centralismo es el referente de gobierno, cada paso descentralizador es visto con desconfianza por las elites comerciales, que tienen sus centros de acción en la capital y sus inversiones en cada rincón de país, para ellos no sería factible discutir con cada presidente regional y un parlamento que toma decisiones políticas que afectarían sus intereses. Los dos grandes entes políticos, que se preocupan del poder que ejercen desde la capital a sus subsidiarias regionales, verían minimizados sus influencias, al aparecer partidos y movimiento exclusivamente regionales y que probablemente tendrían otros tintes y objetivos políticos, lo que daría el trabajo de nueva, ente canalizar las redes clientelares. Por último, el Estado de Chile se maneja desde Santiago ¿dejaría el poder político total? ¿Tendría la confianza de entregarlo? ¿el poder ejecutivo y el legislativo darían un pie al lado por las iniciativas regionales? Históricamente, jamás han dando un paso importante a ello.


[1] Ibidem. 456
[2] Bancalari, Alejandro. Historiadores chilenos frente al bicentenario. Comision Bicentenario, santiago. 2008. p. 420


[1] Montecinos, Egon, op. cit. p. 449
[2] Saldaña Lagos, Catalina, op, cit. p. 181.
[3] Montecinos, Egon, op. cit. p. 450.
[4] Ibidem, . p. 454

sábado, 28 de mayo de 2011

Descentralización y autonomía. Revisión y Reflexión histórica para la Región del Bio Bio. Parte II




Concepción fue fundada por don Pedro de Valdivia en 1550, ocho años después del establecimiento de la ciudad de Santiago. Según algunos, con el propósito de ser la capital del Reino de Chile. Ya que en 1565, según decreto  la Real Audiencia se ubicaría en Concepción como ente político, administrativo, fiscalizador del gobierno y centro de decisiones militares. Sin embargo, Santiago tenia ventajas para concentrar el poder, ya que gozaba de la paz necesaria para su desarrollo, en cambio la ciudad penquista debía constantemente luchar contra los amapuches que amenazaban constantemente al otro lado del río Bio Bio, que además destruyeron un par de veces la ciudad. Por otro lado, a pesar que Concepción tenía una posición estratégica para el imperio español, por su cercanía con el estrecho de Magallanes y ser más cercano al océano. Así, en 1575 se traslada la Real Audiencia a Santiago concretándose tal situación en 1609. De todos modos, durante el gobierno de los Austrias, Concepción fue una provincia aparte de Santiago, pero dentro su la Capitanía General. De esta manera, la ciudad pencona se encargaría de resguardar el desarrollo capitalino mediante la guerra contra los mapuches en el Bio Bio, comenzando la rivalidad entre sus elites.
Ya en tiempo de los Borbones, Chile fue nuevamente dividida, pero conservando estas dos grandes provincias, pero pasaron a denominarse intendencias, la de Santiago y Concepción, cuyo limite con la primera era el río Maule[1]. En el fondo, Concepción estaba bajo un sistema centralista imperial, en el cual el gobernador de Chile administraba esta posesión en representación de la corona de España, función que se cumplía desde Santiago. No obstante, la lucha por la descentralización y la autonomía, sin perder el sentido de nación, se originaria con fuerza después de la independencia, en la cual Concepción haría gala de demostración de fuerza a los intentos centralistas.
En el primer día del año 1818, Ohiggins hace una declaración solemne de Independencia en al ciudad de Concepción, lo que se ratifica en Talca el 12 de febrero del mismo año. A pesar de este acto simbólico, el gobierno de Ohiggins fortalece la posición centralista –a pesar de ser origen provincial- en el proyecto de constitución de ese mismo año, el cual le daba poderes autoritarios[2]. Este poder que se ejercía, desde la capital origino en 1823 el levantamiento de Concepción, bajo la figura de Ramón freire, contra la capital y Ohiggins tuvo que abdicar al poder y partir al exilio. Comienza así un proceso histórico de gestación de los primeros ensayos republicanos, con un fuerte tinte descentralizador y de participación de las provincias. Así, nacen las leyes federales 1826, considerado el primer gran intento autonómico y de lucha contra el centralismo, donde Concepción tuvo un papel preponderante[3].
Ramón Freire, director supremo de la nación, llama a una nueva subdivisión administrativa para generar un mayor desarrollo, llamando a la opinión y visión provincial, estas respondieron médiate representantes que eran nombrados desde sus asambleas locales. En cierto sentido, existían poderes políticos resolutivos que intervenían en las decisiones nacionales, defendiendo los intereses locales abogando por una representatividad en igualdad con la capital.  Según Carolina Sahueza, Concepción acepto las iniciativas del gobierno central, pero expreso sus reformas, fundamentos y oponiéndose a cualquier intento que afectara sus particulares intereses. De todas maneras, se crea la sexta provincia de Concepción[4].
Este proyecto autonómico tenia varias ventajas, las capitales se alzaban como los centros administrativos de cada provincia, en donde residirían las altas autoridades provinciales, aunque esta particularidad tuvo alcances políticos al momento de presentarse la división del Estado y, más aún, con las pretensiones de establecer un régimen federal que buscaba, a todas luces, la descentralización. Además proponía que todos los cargos, incluidos gobernadores y curas párrocos, serían sometidos a votación popular. Este intento constitucional fue imposible llevarlo a la práctica, entre otros motivos, por la falta de recursos económicos y de comunicación interterritorial, así como por la inexistencia de información y cultura cívica para aplicar un modelo estadounidense en una realidad tan alejada de ella.
Aparece una nueva Constitución el año 1828, que era de corte liberal, la cual busca en cierta medida descentralizar de forma efectiva a la nación. De este modo, las asambleas provinciales tenían gran poder de decisión en las elecciones. Se estableció, que el gobierno y la administración interior de las provincias se ejercería en cada una por una de las asambleas provinciales y por un intendente. Las primeras estaban compuesta por miembros electos por el pueblo mientras que el intendente debía ser designado por el poder ejecutivo.


[1] Sanhueza, María Carolina, La Primera División Político-Administrativa De Chile,1811-1826. HISTORIA No 41, vol. II. Universdad catolica. Santiago. 2008.  p. 454. Ver anexo 1
[2] Montecinos, Egon. Antecedentes sobre la relación histórica centralismo y descentralización en Chile. Revista Venezolana de Gerencia (RVG) Año 10. Nº 31,  Universidad del Zulia, 2005. p. 446.
[3] Ibidem. p. 447
[4] Sanhueza, María Carolina, op. cit. p. 479, Ver Anexo 2

sábado, 21 de mayo de 2011

Descentralización y autonomía. Revisión y Reflexión histórica para la Región del Bio Bio. Parte I



La descentralización es un fenómeno ligado con los principios democráticos, en los cuales, los ciudadanos de toda una nación hacen valer sus derechos en igualdad con un poder central. Mostrando, así mismo procesos que  tratan los problemas locales sin desmerecer las preocupaciones a nivel estatal nacional. Este experimento político-jurídico, que va de la mano con la toma de decisiones para el progreso de un colectivo, va estrechamente relacionado con la administración y con la participación democrática de la población desligándose en cierta forma del centralismo. La descentralización no significa independencia de un espacio habitado determinado, ni tampoco la disolución de la nación, sino que la descentralización es la entrega de poderes administrativos y políticos del poder central a organismos que trabajan en las diferentes localidades de un país. De esta manera, la descentralización, consiste en la confianza de algunas actividades administrativas a órganos que guardan con la administración central una relación que no es jerárquica. Se goza de una autonomía orgánica y no se está sujeto al poder central en ciertas materias.
            Hay que tomar en cuenta que la autonomía sería el producto de la descentralización, no significa la soberanía de la población que habita la unidad territorial, ya que eso no tendría cabida dentro de un ordenamiento jurídico. La Constitución daría paso a un ordenamiento territorial, una base institucional nacional y regional, permitiendo los fundamentos del gobierno político y administrativo, dejando claro las competencias del gobierno a nivel de Estado y de región. Como se da en el caso español actual, en el cual se declara que las comunas autónomas se rigen por una constitución nacional, pero no son en sí mismas constituyentes. Aun así, pueden decidir política y administrativamente sobre ciertas competencias o materias de interés, no afectando a los intereses nacionales, fomentando el desarrollo, la riqueza y la participación ciudadana. Así, se puede observar en este ejemplo europeo, que cada unidad se autodenomina, tiene su presidente y parlamento, hacen leyes y las ejecutan, todo regulado por estricto código jurídico, permitiendo así una política descetralizadora y efectiva, respetando tanto la soberanía del pueblo español, como los intereses de cada “nación” que compone a España, permitiendo asimismo el desarrollo de la identidad local y la conexión con el país y con entidades supranacionales como la Unión europea.
Así, un proceso integrativo, autónomo y democrático debe ser trabajado en la libertad y en la solidaridad, en el principio básico de la subsidiaridad, ya que de esta manera es posible subsanar o satisfacer las necesidades de las personas y de sus colectivos, incentivando el progreso y el desarrollo. Además, de la toma de decisiones para resolver sus problemas. ¿Quién conoce y ayuda de  la mejor forma a los ciudadanos? El ente administrativo y político más cercano, no el más lejano. En Chile, el ciudadano platea sus problemas a la municipalidad, la cual en caso de no poder resolver tal situación debe buscar ayuda en las gobernaciones provinciales y luego a las intendencias regionales y finalmente al gobierno regional. No solo, mediante los presupuestos que son asignados desde el Estado, sino que también a través de los proyectos concursables que el mismo gobierno ofrece.
            Si observamos lo descrito, el ciudadano chileno solo tiene una participación peticionista al organismo local, que sería la municipalidad, la cual no tiene poder de decisión propia en la solución de los problemas que afecta al ciudadano, sino que dependiendo de un presupuesto de los entes superiores, debe jugar con las posibilidad y administrar de la mejor forma los fondos con los cuales cuenta. En el fondo, la descentralización política no existe, solo hay una descentralización de tipo administrativa, según lo expuesto anteriormente, es producido de la falta de confianza y por una cultura centralista en la mayor parte del país.
            Chile basa su supuesta descentralización que mas bien en una desconcentración, y eso se examina directamente en su Constitución política del año 1980, en el cual indica en su Capitulo I,  artículo 3 lo siguiente “El Estado de Chile es unitario, su territorio se divide en regiones. Su administración será funcional y territorialmente descentralizada o desconcentrada en su caso, en conformidad con la ley”. Por ende, en la base de nuestra institucionalidad el unitarismo político esta claramente diferenciando del administrativo, esto según los que digan las leyes. De este modo, Chile se ha subdivido desde el año 1973 en regiones trece regiones (hoy día son 15) mediante los decretos-leyes Nºs 573-575. Estas regiones se subdividirían en provincias y finalmente estas últimas están compuestas por comunas, nuestra Constitución es clara al respecto, en el Capitulo XIII, Art. 99. Los cargos designados para el gobierno y administrativas de las regiones tienen un origen heterogéneo, en el artículo 100 del mismo capítulo, el intendente será el representante  del presidente en una región, esto implica un puesto de origen centralista, designado desde el gobierno nacional. No así, el consejo regional, el cual en el Art. 101 tendrá funciones coordinadoras y de fiscalización “para el cumplimiento de las funciones administrativas que operen en la region”. Este concejo será presidido por el intendente, según el texto fundamental, (Art. 102) aprobará los planes desarrollo, hará efectiva la participación ciudadana y tiene poder resolutorio. Eso si, todo condicionado bajo la propuesta del intendente. Los integrantes del  consejo regional son elegidos por los alcaldes y concejales entre candidatos propuestos por los partidos políticos. Analizando esta forma de gobierno regional, la participación ciudadana es nula, ya que en primer lugar el intendente es nombrado desde una estructura vertical,  y el concejo no es elegido por la población regional, sino por los alcaldes y concejos municipales, que a pesar de ser elegidos democráticamente, son ellos, asesorados o presionados por los partidos políticos, que se manejan de forma centralista. Esta supuesta participación ciudadana, dentro de la verticalidad de las decisiones políticas es filtrada por el ente provincial, el cual según el Art.105. estará a cargo de un gobernador de la confianza del presidente el cual dependerá instructivamente del Intendente y contara con un concejo solamente consultivo. Por último, están las municipalidades, que son dirigidos por los alcaldes y su concejo, los cueles son elegidos por los ciudadanos democráticamente mediante el voto universal, única instancia participativa local efectiva de la sociedad civil con su entorno más cercano, pero limitado por lo anteriormente explicado.
            Chile esta políticamente centralizado y desconcentrado administrativamente, pero no hay una descentralización real, ya que jurídicamente no hay cabida para ello. De hecho en doscientos años de vida republicana, las regiones han pedido de todas las formas la autonomía o competencias efectivas para regir los destinos de sus territorios y no depender de un gobierno central que impida su desarrollo económico y político. La historia puede darnos una respuesta, mediante una reflexión de los procesos descentralizadores, los choques entre Santiago capital de Chile y las provincias, tomando como ejemplo Concepción clásica rival de la capital, y el por que del centralismo chileno.
            Santiago se había convertido desde siglos antes de la Independencia, en el centro del territorio. En este contexto de larga data se inserta su aspiración e imposición centralista al resto del país. Según, Catalina Saldaña, el considerable abanico de predominio de Santiago creó, incluso, una mentalidad distinta y con presunción de superioridad en sus habitantes. En un país tan acentuadamente centralizado, la preponderancia económica y espiritual de la capital creó en el santiaguino un sentimiento de orgullo aristocrático que lo hacía mirar con desdén todo lo relacionados con la provincia. De esa convicción de superioridad y preeminencia se derivaban los conceptos según los cuales sólo en la capital existían las rancias familias y las buenas maneras, la inteligencia y la distinción, la austeridad y la honradez, el amor a las letras y al arte; mientras que los pobres provincianos vivían poco menos que en estado de barbarie, ajenos a los dones de la civilización más refinada, sin aspiraciones ni iniciativas[1].  En consecuencia, debido a las características que presentaron y al peso que obtuvieron en el escenario nacional, la ciudad-capital (Santiago) y la ciudad-puerto (Valparaíso) conformaron el eje central del poder de la nación chilena, donde se establecieron los términos de su construcción y desarrollo.



[1] Saldaña Lagos, Catalina, Estallidos Provinciales. La Tensa Relación Entre Las Provincias Y El Centro. Chile, 1830-1860. Revista UNIVERSUM, Nº 25, Vol. 1, 2010 , Universidad de Talca. p.179

domingo, 17 de abril de 2011

Europa Romana. Comentarios sobre la introducción de la obra de Edward Bispham



La introducción de la obra “Europa Romana” del autor Edgard Bispham, trata de un tema donde da a conocer los lineamientos que son vislumbrados para aplicarlos en esta concepción de la Europa Antigua. Cita un cometario de Eumenes, donde se reconoce que todo lo que hay en el mundo civilizado es de los romanos. Da a entender la idea de la globalización de un imperio. Llama la atención valoración de la época,  de estudiar sectores como entes independientes sin relacionarlo con este enfoque mundial romano.
De esta manera, da a comprender que la Europa Romana esta dividida en el sector septentrional y mediterráneo, lo que implica una diferenciación cultural importante, lo que se traduce en un división espacial de estudio histórico. De modo que hay más enfoques de análisis, como es el del centro-periferia, la combinación de lo local y lo global. La visión de la romanización con respecto a la hibridación, dando más aceptación en la participación de los pueblos nativos. Además el enfoque de la arqueología, en base a estudios que legitimen esta disciplina con un mirada tan aceptable como la de la historia. No obstante  ha cabido en la antipatía de lo prerromano, dejando al mundo clásico ignorado. Esto a desembocado en la ignorancia de la lenguas clásicas y de los estudios catedráticos de la antigüedad, lo que implica una visión indígena extrema. Para Bispham, la idolatración de la cultura romana no es la vía, sino más bien pensarla.
El autor enfoca su relato en base a Europa, reduciendo al sector africano y asiático del Imperio, esto con el propósito de cumplir su objetivo del espacio geográfico a estudiar, sin desconocer que Roma que unió a tres continentes en torno a su dirección. Por lo consiguiente, sacará a la luz a las provincias Europeas que han sido por lo general ensombrecidas por la riqueza cultural del oriente romano y por la misma ciudad de Roma.
El objetivo general, el cual engloba este designio es mostrar a Europa como una región singular. Poniendo de relieve sus particularidades características, y permitir en consecuencia aislar más claramente los elementos de su evolución que resulten comunes al resto del imperio. En síntesis, es la historia del Imperio romano en su contexto Europeo.
El espacio cronológico de estudio parte del año 1000 a. C, en plena edad de hierro y terminará en el año 400, 76 años antes de su caída, por las siguiente razones, comienza las incursiones bárbaras, se debilita la administración y el cristianismo ya había hecho su expansión en todo el imperio, y Roma ya no era el centro del mundo.

En Europa, al expandirse el imperio, Roma se vio arrastrada por el torrente de su propio empuje, y no es posible estudiar esa expansión al mugen de ese propio ímpetu. Del mismo modo, tanto la mencionada corriente imparable como sus desbordamientos habrían de superar mas tarde los diques que pretendían encausarlos las fronteras romanas, lo que significa que nuestra comprensión de la caída del imperio en función del efecto ejercido por las presiones externas ha de elevarse a un grado de refinamiento capaz de ir más allá de la simple evocación de los bárbaros.
La integración es uno de los elementos que trata Bispham, al momento de plantear su tesis de esta Europa Romana, un mundo que indica ya una globalidad e interacción, en la cual da forma al viejo continente. Aun así, se reconoce la división de la Europa mediterránea frente a la septentrional, como una forma de conocer al imperio, pero que es posible, también estudiar lo local con lo global, lo cual es preferible, Bispham aboga por un estudio integrado, no aislado o independiente de las regiones de la Europa romana.
Por otro lado toma la romanización no como un elemento de aculturización de parte de Roma a los pueblos conquistados, sino más bien como un proceso de hibridación, en la cual, la cultura material representa tales resultados, uno de esos elementos es la arqueología, la cual amplia ese conocimiento, lo que implica un cambio de perspectiva positivo, demostrado que Roma más que eliminar sistemas nativos, procuraba adaptarlos a la nueva realidad de posconquista.
No obstante, hace una fuerte critica a aquellas escuelas arqueológicas que ignoran al elemento romano dentro de sus estudios, así mismo de la influencia griega en oriente, basándose en la edad de hierro de cualquier sector o pueblo de Europa. Para el autor es vital la comprensión de cultura indígena europea, el análisis del mundo romano y su influencia en ellos. La llamada corriente postcolonial, intenta suprimir el elemento romano, esto caería en un desequilibrio y en un estudio asimétrico de la realidad pasada.
Roma no fue un imperio muy afable. Actuó con rigor, violencia y dureza hacia los conquistados, pero eso no quiere decir que hay que reavivar el fuego localista, sino  comprender los procesos históricos, mas que usarlos  bajo ideas reivindicativas, usando el lineamiento de estudio que sea necesario.
De esta manera, el estudio de Europa romana, debe ser acotado geográficamente, dejando de lado Asia y África, pero debe tomarse en cuenta que imperio es tricontinental y además integrado, pero por motivos metodológicos, se toma Europa de forma aislada. Por otro lado, tampoco hay que tomar que la regiones de Europa giraban entorno a Roma, y este es el centro gravitante, sino mas bien, hay particularidades singulares en el viejo continente que pueden salir a flote sin ser menoscabados por la ciudad del Lazio
Bispham hace un critica a la romanización, como herramienta de análisis de los dominadores a los dominados, como una trasplantación de cultura, más bien como una cambio cultural producto de la conquista romana. Los nativos se sintieron seducidos por lo romano, atraídos por la romanidad, prueba de ellos esta la cultura literaria y plástica de las provincias, lo que explica además un sentido de pertenencia, tanto en los social como en la identidad.















domingo, 27 de marzo de 2011

Ciudadanía Romana Vs. Ciudadanía Europea. Innovaciones y vigencia del Concepto Romano de Ciudadanía. Un análisis y crítica a Gerardo Pereira Menaut



           Este trabajo, se basa en la erudición y en el estudio de conceptos como el Derecho y la Identidad Etno-histórica.  Va elaborando ideas que se fundamentan exclusivamente en la supremacía de la Ley por sobre las costumbres de la comunidad, en la cual la primera garantiza la libertad de la persona en la toma de  decisiones como un ente político autónomo, y por otro en al adecuación forzosa a veces, del sentido de pertenencia a un colectivo o a una comunidad con tradiciones ancestrales.
El tema se desarrolla dentro de un contexto tanto de la comunidad europea y su ciudadanía , proyectado retrospectivamente en el Imperio Romano,  en su labor armonizadora del mundo conquistado, de la equivalencia y la no equivalencia del Derecho y la Identidad en el mundo antiguo. Se argumenta a través de fuentes como Tácito y especialmente en Cicerón, tomado como hecho gravitante la decisión del emperador Claudio de integrar a no romanos al senado.
La tesis de fondo es la integración mediante el derecho y no por lo etno-histórico, dando la solución, en la adaptación del segundo aspecto al primero. Un modo de resolver el conflicto mediante las formulas que Roma interpuso entre sus conquistados.
Ser ciudadano romano no supone compartir lengua, creencias, ni origen étnico. Es solamente una cuestión política, basada en un Acuerdo en el Derecho y una comunidad de intereses.
El árticulo comienza con el famoso discurso de Claudio, pronunciado ante el senado del año 48, en el cual propone la integración a éste estamento de galos romanizados pertenecientes a elite provincial, claro está, que el senado romano se declaró en contra alegando el sentido del origen. El emperador rebate, argumentado los mismos orígenes de la ciudad de Roma, en la lucha de Rómulo con el rey de los sabinos, que al momento de deponer las armas, eran ya ciudadanos y co-gobernantes. Por lo tanto el ser ciudadano, no es sinónimo de identidad histórica ni de nacimiento, sino de conveniencia política.
Ya en esta perspectiva, para el autor hay dos conceptos a tratar, el de ciudadanía, que tiene una dimensión netamente política o de la toma de decisiones de un individuo, y lo etno-histórico que implica el sentido de pertenencia a un colectivo social. Hay dos polos que no pueden  ser mezclados, el significado de participación política en la cual hay una idea de igualdad y por otro lado lo etno-histórico, que marca el sentido de la diferencia.
Roma era una sociedad abierta, no como la ateniense, lo que explica la caída de ésta última. La integración paulatina y gradual, permitía el crecimiento de la ciudad y la realización de proyectos, que terminaron desembocando en un imperio, no comparable al atico-.délico, que nunca consintió la integración de otro griegos, más Roma realiza tal proceso incluso  quienes no tenían un origen latino. Pereira cita las palabras de Cicerón, de su obra teórica-política “De la Republica”. Trata el concepto de la civitas romana, que es definido dentro de una comunidad de ciudadanos, que tienen los mismo intereses, expresado en la cooperación y la regulación de convivencia mediante normas de vida, lo que implica que al participar de tal comunidad debe acatar tales condiciones. Por lo tanto hay una decisión, el querer o no integrarse. Hay algo que no toma en cuenta Pereira, que parte de la población del mediterráneo y de sector septentrional, no tenia deseos de ser parte de este mundo romano, es más, muchos querían desarrollarse en sus derechos, los cuales también estaban escritos y probablemente en un nivel de progreso mayor o menor. De este modo, hay una pregunta ¿Qué hacia Roma con aquellos que no deseaban ser parte de ese mundo romano? ¿El tomar la decisión de permanecer en una religión o en una nación significa no vivir el progreso o ser un prerromano o bárbaro, o significa alienarse en torno al poderoso?.
Continua Pereira, explicando que hay un proceso de sinecismo o unión de pueblo durante la Roma primitiva, por decisión, necesidad  e intereses, lo que implicó la creación de la leyes escritas, formándose el Derecho, creadas dentro de un espíritu científico y jurídico, alejados de la ancestralidad y de lo étnico, para así unirse a esta comunidad romana. Es interesante como el autor saca un par de conclusiones, que la Ley es acordada y adoptada, pasando las costumbres a ser un aspecto secundario, así también que las costumbres que provienen de la tradiciones deben ser subordinada al Derecho. Esto decanta en un código civil o penal, el cual trata temas sobre la propiedad, contratos, matrimonio y todo lo que queda afuera, queda dentro de la vida privada, de lo tradicional o identitario.
Se deja claro, que una sociedad abierta como la romana, es mucho más potente y con mayor proyección, con un ordenamiento jurídico de las relaciones dentro de la sociedad, garantizando la individualización de la persona, de esta manera Pereira argumenta, las ventajas de acatar al Ley y de la libertad que esta entrega, manteniendo la armonía entre los ciudadanos. El ejemplo del colono es formidable, quien recibe tierra, pasto, bosque y los mas importante el Derecho,  con el objeto de vivir en paz y armonía con su vecinos quien igualmente es un colono. De esta manera,  el derecho da garantía al colono, abriendo la posibilidad de una sociedad sin limites. Esto resumido en el Derecho, la Ley y la Justicia, conllevó a la legitimad de Imperios posteriores inspirados en Roma.
Ya en la segunda parte del articulo, se cita nuevamente a Cicerón. Con su obra “De Offices”, explicando que la comunidad además de las características de la sangre y la lengua, también está el de ciudadanía el cual es mayor que las anteriores. Así, un mundo utópico puede ser consolidado, no mediante la raíz étnica sino que la política, expresada en la ciudadanía. En definitiva, éstos vínculos no son equiparables. Lo etno-histórico no puede regular la relación entre los hombres, solo la Ley y el Derecho ampara a la sociedad. Aun así, Pereira hace ver el defecto de esto, ya que el derecho avanza arrinconando la vida privada, lo tradicional, lo étnico, en la cual no profundiza, ya que es un punto de conflicto.
Una conclusión aparentemente conciliadora, es lo que respecta a la división del ser humano, el político  y el espiritual o identitario, que son necesarios, el primero que garantiza nuestra libertad y expresión y el segundo que alienta el sentido de pertenencia y de significado en el mundo. Los romanos según Pereira respetaron las particularidades de los pueblos, es más importaron muchas de ellas, pero siempre que estuvieran ligados a la estructura de la Ley, de los contrario es prohibido. Cuando hay choque entre las costumbres pre-romanas y el Derecho, se produce el conflicto. A pesar de ello, para el autor, lo etno-histórico es tiránico y cambiante, y que las culturas van cambiando con el tiempo, en lo que el llama la etno-génesis, relegándolo solo a un significado de pertenencia, por lo tanto los nacionalismos y los conservadurismos, no son lo apropiado para el progreso.
El tema de la ciudadanía abordado por Pereira Menaut, tiene un matiz absoluto, que deja la mínima posibilidad para el desarrollo de lo identitario, étnico y cultural, subrayándolo en lo privado. Por ende, las tradiciones, costumbres y todo aquello que se enlaza con un colectivo social, debe estar superdotado al Derecho, y este por sobre al sentimiento nacional. Quien no esté de acuerdo, es desplazado a la categoría de pre- romano, lo que  en lo personal, es un sinónimo de bárbaro e incivilizado, el ser conservador es ser también un anti-.progresista, un ente que no ha evolucionado. Esta más que claro, ya que su objeto es convencer al lector, en el contexto de la comunidad europea y de su antecedente romano.


jueves, 17 de febrero de 2011

Los Herederos de Mariana Osorio II




            La obra historiográfica del profesor Fernando Venegas, es un estudio microhistórico, que combina –a mi parecer- dos teorías reconocibles, el estilo de Fernand Braudell, en la combinación de los procesos históricos en la cual a pesar de la coyunturas o épocas que dividen la historia de Chile, sigue habiendo una permanencia de estructuras en un espacio geográfico delimitado, no en el sentido de un determinismo geográfico, sino más bien estructuras sociales que se mantienen en el tempo. El otro modo, es el trabajo microhistórico, al estilo de Giovani Levi, vinculando el uso del lente o enfoque histórico, cambiando de posiciones microscópicas de la historia local y de un espacio determinado a un enfoque nacional, de los grandes procesos históricos, hilando se una trama de relaciones desde lo micro a lo macro, y como lo macro afecta a lo micro. El autor, habla del uso de una tercera y cuarta teoría, en lo que respecta a los proceso de formación de ciudadanía desde abajo, la mixtura del historiador Juan Cáceres y de los historiadores Sergio Gres y Gabriel Salazar, a lo que personalmente, estos son herederos de una forma de construcción histórica, que proviene de la escuela inglesa marxista, cuyos grandes representantes son E.P. Thompson y E. Howbsband, a la vez herederos de las teorías históricas de Antonio Gramsci, este punto lo comentare al final de este trabajo.

          La motivación del profesor Venegas con respecto a la temática, es vital, para comprender el valor del estudio. Para él se hace gravitante la investigación de la comunidad, ya que esta estaba siendo negada de su rol en el espacio, y que por razones políticas, se percibía a este colectivo como una amenaza. Pero el hecho de hacer la historia, a base de documentos principalmente, daban al valor y a la permanencia de los comuneros un sustrato sólido de su legitimidad y valor histórico y jurídico frente a la sociedad del Aconcagua. Esta motivación nace dentro de un programa radial que el historiador realizaba en la V Región de Valparaíso. La problemática nace desde el presente.

          La problemática nace de un antecedente, que proviene de la visión e investigación del periodista Charles Guzmán, que deja en el aire, la vinculación de la comunidad de Olmue, con los indígenas herederos de los terrenos que habían pertenecido a la encomienda de Mariana Osorio de Cáceres, lo que implica un vacío jurídico e histórico importante, relacionado directamente con al desvalorización de la comunidad. Lo que no toma en cuenta el periodista es que los indígenas –ya extinguidos- se habían mezclado y eran por lo tanto esencialmente mestizos.

          De esta manera, Venegas se propone el siguiente objetivo, de tipo generalizador que dice “Esto es, una investigación que explicara el origen de la comunidad más prolijamente y que analizara su desarrollo, pero esta vez extendiendo el estudio hasta el presente” . Dos verbos que se basa no solo en la descripción, sino en dar entender el origen de la comunidad y desarmar en el desarrollo del mismo todos los antecedentes políticos, económicos y sociales para luego ensamblarlos. Esto durante un espacio delimitado de tiempo que incluye el presente. Los otros objetivos, están descritos por cada capitulo, en la cual el autor introduce uno por uno, cuales son sus metas a alcanzar, en el desarrollo del texto.

           El trabajo es si mismo, partiendo desde la hipótesis es comprobar la proyección y la analogía de estas comunidades campesinas, con los colectivos rurales de la España del siglo XII, dos elementos que incluyen un trabajo comparativo exhaustivo, por ello debe trabajar una gran cantidad de fuentes y realizar un estudio del estado del arte.

          Es clave entender que el estudio bibliográfico, parte de la base de la obra Resistencias y luchas campesinas en la época del crecimiento y consolidación de la formación feudal Castilla y León, siglos X-XIII de Reyna Pastor, que permite interiorizar las maneras de organización política, social y económica de estas comunidades y su obcecado enfrentamiento a los procesos macroestructurales, para si aplicarlos al caso del Aconcagua. De este modo, se realiza una recopilación que va desde la historia nacional con el mítico Mario Góngora y su discípulo Gabriel Salazar y la contrapartida de este último Sergio Villalobos, Historia regional y su mayor representante, Eduardo Cavieres y Leonardo León, de la historia local el caso de Milton Muñoz. Además se preocupa del estado de arte de la Geografía Humana y económica y de los estudios del Taller la Era.

           Pasa luego por una breve descripción de la estructura del trabajo, dividido en partes y capítulos, que toma como prototipo desde la segunda parte en adelante el desarrollo analítico-explicativo de los diferentes tópicos a nivel temporal positivo.

           El trabajo conceptual es profundo, usando diccionarios tanto del lenguaje –como el de la RAE- geográficos y de ciencias políticas. Trata de esta manera, un análisis de herramientas abstractas, definiendo cada una ellas, estudia términos como comunidad o ciudadanos y de lo sujetos que participan en ella, limitado a un espacio determinado. Esto va hilado a la sociología, y a casos concretos en América como el Ayllu y las comunidades españolas del medioevo, citando además los estudios de Góngora y Chevalier, para los modelos de Chile y México respectivamente.

           En cuanto al trabajo de fuentes, el historiador ha recopilado documentos de tipo primario. En el Archivo Nacional consigue documentos, divididas en categorías (ministerios, intendencias, escribanos) y épocas. También hay fuentes periodísticas de la Biblioteca Nacional, asimismo de archivos judiciales. El autor lamenta el poco cuidado sobre algunas fuentes, que no han sido preservadas o que algún incendio los haya consumido, dejando irremediablemente vacíos en los procesos históricos. Desde gobernadores a directorios de comunidades, se les reprocha su ignorancia y negligencia. Se usaron igualmente fuentes como fotografías, correspondencia, actas y mapas que pertenecían a las comunidades campesinas. El trabajo con los sujetos através de entrevistas y talleres de historia local en los colegios, permitiendo de esta manera rescatar la memoria histórica, para un trabajo cercano al presente, vinculando al personaje actual, al estudiante y al historiador en la valoración del pasado.

          Metodológicamente, el autor estuvo en el lugar de los hechos, recorrió su geografía, como lo diría Arnaldo Mommgliano con su comparación a este método con la autopsia, de la forma que lo hizo Herodoto hace 2500 años o bien Braudell y su obra sobre el Mediterráneo. Compiló las fuentes, las recopiló, las dividió por categorías y las trianguló, para lograr un trabajo hermenéutico más prolijo. Por otro lado, un punto de interés, es el comentar, discutir y ampliar las perspectivas de la construcción histórica, con los mismos sujetos protagonistas de la historia, con los alumnos, con los colegas y los amigos.

          Frente a la cuestión teórica, si se habla de hacer una historia desde abajo, a pesar que es legítimo citar y tomar como modelos a historiadores nacionales y de envergadura como los son Sergio Grez o Gabriel Salazar, éstos no crearon ninguna escuela, mas bien la importaron. Fernando Venegas, da a conocer como modelos teóricos a europeos, en cierto sentido, precursores de estilos historiográficos, como los son Levi y Braudell, lo que para el estudiante se demuestra la aplicación de metodologías o visiones a un trabajo historiográfico. Pero para el tercer y cuarta teoría, ¿quiénes son los precursores?, no lo son ni Grez ni Salazar, dejando al lector-estudiante algo “cojo”. La historia desde abajo, tiene entre sus precursores a los historiadores ingleses E.P. Thompson y Eric Howbsband, los cuales tomaron los modelos del italiano Antonio Gramsci. Este último propone “pensar y analizar la historia desde abajo, desde los sectores populares, desde la clases subalternas”, los cuales son el sujeto histórico y esta se va realizando a través de la práctica y de la experiencia, una obra de Thompson clave, es “Costumbres en común”. Más que una crítica, es un aporte para dejar claro, que en nuestra historiografía nacional, mas que ser precursora prístina de una historiografía, solo ha importado e impulsado formas de hacer historia.









lunes, 14 de febrero de 2011

Los Herederos de Mariana Osorio I






              “Los Herederos de Mariana Osorio” del historiador chileno Fernando Venegas, es una obra historiográfica que relata y analiza el desarrollo y el conflicto de los campesinos del curso medio inferior del Aconcagua entre el siglo XVII – XXI, en especial de la comunidad de Olmué. En ella, se explica las transformaciones de una comunidad campesina, la cual comenzó desde los tiempos de la encomienda y que con el paso de los años, los descendientes ya mestizados, comienzan una forma de organización colectiva, que tiene interesantes aspectos.  En su obra, va tomando esta transformación de la mentalidad rural con respecto a los cambios que va percibiendo la nación, como la cotidianeidad, política, economía y explotación de los recursos naturales, la colectivización y uso de los territorios de su espacio, Olmué.
            Estas comunidades, son estudiadas como una prolongación de las comunidades campesinas españolas de León y Castilla, que resistieron el avance del feudalismo y que lograron sobrevivir –con cambios y transformaciones-. De la misma forma, las comunidades del Aconcagua, se opusieron a los avances del Chile republicano, manteniendo derechos que vienen desde los tiempos de la Colonia, enfrentándose en parte al Estado Chileno -a la Municipalidad y su ley de regulación ejidos- como a la elite latifundista – por ejemplo la hacienda de Limache- en cuanto a al propiedad y explotación de terrenos y recursos  naturales.
            El capítulo analizado, corresponde a la tercera parte, cuyo titulo es “Estado Nacional y Sociedad Local en el Siglo XIX”. En ella se explica, como esta comunidad rural, lleva a cabo luchas y éxitos, en la naciente Republica de Chile, en la cual la trama local no se desliga del desarrollo de la política nacional, así este estudio micro se desenvuelve sin problemas con la historia macro. De toda maneras, como lo explica Giovani Levi, “un principio unificador de toda investigación macrohistórica es la creencia de que la observación microscópica revelará factores anteriormente no observados”[1]. Para Venegas, la visión de la historiografía tradicional del Chile rural, conformada por grandes hacendados, inquilinos y peones, no es del todo acabado, ya que deja de lado a los comuneros, que no son ni patrones, ni campesinos que tengan un vinculo de “fidelidad” o personajes errantes del mundo rural, sino que son colectivos sociales organizados que enfrentaron problemas, lograron avances y con el tiempo participaron de forma conjunta en el desarrollo de la localidad, tanto en la política informal en un principio, como en la formal. El desarrollo urbano, la educación, y la planificación económica demuestra, que no solo las élites  pueden darse el título de mecenas del crecimiento país del XIX, menos los dueños de todo el territorio nacional. En Olmué no fue así. 
            Los famosos intersticios y vacíos históricos del mundo rural chileno, son rellenados en parte con el estudio macrohistórico. El caso de Olmué, puede ser un ejemplo entre muchos, pero que representan en cierto sentido, las caras ocultas de nuestro pasado, que deben ser tomados en cuenta, tanto para develar y contradecir procesos no presentes en la historia oficial por un lado, y para generar identidad local y rescatar la memoria viva.

                                                              
El profesor Venegas propone varias hipótesis o supuestos de trabajo, que son las siguientes:

Las comunidades que se conformaron en el espacio geohistórico del curso medio-inferior del Aconcagua, entre las cuales se encontró la comunidad de Olmué, en primer lugar, correspondieron a una continuidad histórica de las que se desarrollaron en España durante el Medioevo. Que igualmente recogieron elementos culturales aportados por los grupos indígenas que lograron conservarse en el área o que fueron trasladados hasta ella, conformando comunidades de carácter mestizo no sólo desde el punto de vista de su cultura sino también de sus sujetos.

A pesar del avance y desborde de la ciudad, y de un Estado más preocupado de que se esfumasen que en comprender su significado y potenciarlo, también han logrado sobrevivir aun a las puertas del siglo XXI. En consecuencia, las comunidades mestizas son hoy una reserva de antiguas tradiciones campesinas, algunas de las cuales el mismo Estado tomó como símbolos para inventar la nación chilena.



[1] Peter Burke, Formas de hacer historia, Alianza Editorial,  Madrid 1996. p.124.