jueves, 17 de febrero de 2011

Los Herederos de Mariana Osorio II




            La obra historiográfica del profesor Fernando Venegas, es un estudio microhistórico, que combina –a mi parecer- dos teorías reconocibles, el estilo de Fernand Braudell, en la combinación de los procesos históricos en la cual a pesar de la coyunturas o épocas que dividen la historia de Chile, sigue habiendo una permanencia de estructuras en un espacio geográfico delimitado, no en el sentido de un determinismo geográfico, sino más bien estructuras sociales que se mantienen en el tempo. El otro modo, es el trabajo microhistórico, al estilo de Giovani Levi, vinculando el uso del lente o enfoque histórico, cambiando de posiciones microscópicas de la historia local y de un espacio determinado a un enfoque nacional, de los grandes procesos históricos, hilando se una trama de relaciones desde lo micro a lo macro, y como lo macro afecta a lo micro. El autor, habla del uso de una tercera y cuarta teoría, en lo que respecta a los proceso de formación de ciudadanía desde abajo, la mixtura del historiador Juan Cáceres y de los historiadores Sergio Gres y Gabriel Salazar, a lo que personalmente, estos son herederos de una forma de construcción histórica, que proviene de la escuela inglesa marxista, cuyos grandes representantes son E.P. Thompson y E. Howbsband, a la vez herederos de las teorías históricas de Antonio Gramsci, este punto lo comentare al final de este trabajo.

          La motivación del profesor Venegas con respecto a la temática, es vital, para comprender el valor del estudio. Para él se hace gravitante la investigación de la comunidad, ya que esta estaba siendo negada de su rol en el espacio, y que por razones políticas, se percibía a este colectivo como una amenaza. Pero el hecho de hacer la historia, a base de documentos principalmente, daban al valor y a la permanencia de los comuneros un sustrato sólido de su legitimidad y valor histórico y jurídico frente a la sociedad del Aconcagua. Esta motivación nace dentro de un programa radial que el historiador realizaba en la V Región de Valparaíso. La problemática nace desde el presente.

          La problemática nace de un antecedente, que proviene de la visión e investigación del periodista Charles Guzmán, que deja en el aire, la vinculación de la comunidad de Olmue, con los indígenas herederos de los terrenos que habían pertenecido a la encomienda de Mariana Osorio de Cáceres, lo que implica un vacío jurídico e histórico importante, relacionado directamente con al desvalorización de la comunidad. Lo que no toma en cuenta el periodista es que los indígenas –ya extinguidos- se habían mezclado y eran por lo tanto esencialmente mestizos.

          De esta manera, Venegas se propone el siguiente objetivo, de tipo generalizador que dice “Esto es, una investigación que explicara el origen de la comunidad más prolijamente y que analizara su desarrollo, pero esta vez extendiendo el estudio hasta el presente” . Dos verbos que se basa no solo en la descripción, sino en dar entender el origen de la comunidad y desarmar en el desarrollo del mismo todos los antecedentes políticos, económicos y sociales para luego ensamblarlos. Esto durante un espacio delimitado de tiempo que incluye el presente. Los otros objetivos, están descritos por cada capitulo, en la cual el autor introduce uno por uno, cuales son sus metas a alcanzar, en el desarrollo del texto.

           El trabajo es si mismo, partiendo desde la hipótesis es comprobar la proyección y la analogía de estas comunidades campesinas, con los colectivos rurales de la España del siglo XII, dos elementos que incluyen un trabajo comparativo exhaustivo, por ello debe trabajar una gran cantidad de fuentes y realizar un estudio del estado del arte.

          Es clave entender que el estudio bibliográfico, parte de la base de la obra Resistencias y luchas campesinas en la época del crecimiento y consolidación de la formación feudal Castilla y León, siglos X-XIII de Reyna Pastor, que permite interiorizar las maneras de organización política, social y económica de estas comunidades y su obcecado enfrentamiento a los procesos macroestructurales, para si aplicarlos al caso del Aconcagua. De este modo, se realiza una recopilación que va desde la historia nacional con el mítico Mario Góngora y su discípulo Gabriel Salazar y la contrapartida de este último Sergio Villalobos, Historia regional y su mayor representante, Eduardo Cavieres y Leonardo León, de la historia local el caso de Milton Muñoz. Además se preocupa del estado de arte de la Geografía Humana y económica y de los estudios del Taller la Era.

           Pasa luego por una breve descripción de la estructura del trabajo, dividido en partes y capítulos, que toma como prototipo desde la segunda parte en adelante el desarrollo analítico-explicativo de los diferentes tópicos a nivel temporal positivo.

           El trabajo conceptual es profundo, usando diccionarios tanto del lenguaje –como el de la RAE- geográficos y de ciencias políticas. Trata de esta manera, un análisis de herramientas abstractas, definiendo cada una ellas, estudia términos como comunidad o ciudadanos y de lo sujetos que participan en ella, limitado a un espacio determinado. Esto va hilado a la sociología, y a casos concretos en América como el Ayllu y las comunidades españolas del medioevo, citando además los estudios de Góngora y Chevalier, para los modelos de Chile y México respectivamente.

           En cuanto al trabajo de fuentes, el historiador ha recopilado documentos de tipo primario. En el Archivo Nacional consigue documentos, divididas en categorías (ministerios, intendencias, escribanos) y épocas. También hay fuentes periodísticas de la Biblioteca Nacional, asimismo de archivos judiciales. El autor lamenta el poco cuidado sobre algunas fuentes, que no han sido preservadas o que algún incendio los haya consumido, dejando irremediablemente vacíos en los procesos históricos. Desde gobernadores a directorios de comunidades, se les reprocha su ignorancia y negligencia. Se usaron igualmente fuentes como fotografías, correspondencia, actas y mapas que pertenecían a las comunidades campesinas. El trabajo con los sujetos através de entrevistas y talleres de historia local en los colegios, permitiendo de esta manera rescatar la memoria histórica, para un trabajo cercano al presente, vinculando al personaje actual, al estudiante y al historiador en la valoración del pasado.

          Metodológicamente, el autor estuvo en el lugar de los hechos, recorrió su geografía, como lo diría Arnaldo Mommgliano con su comparación a este método con la autopsia, de la forma que lo hizo Herodoto hace 2500 años o bien Braudell y su obra sobre el Mediterráneo. Compiló las fuentes, las recopiló, las dividió por categorías y las trianguló, para lograr un trabajo hermenéutico más prolijo. Por otro lado, un punto de interés, es el comentar, discutir y ampliar las perspectivas de la construcción histórica, con los mismos sujetos protagonistas de la historia, con los alumnos, con los colegas y los amigos.

          Frente a la cuestión teórica, si se habla de hacer una historia desde abajo, a pesar que es legítimo citar y tomar como modelos a historiadores nacionales y de envergadura como los son Sergio Grez o Gabriel Salazar, éstos no crearon ninguna escuela, mas bien la importaron. Fernando Venegas, da a conocer como modelos teóricos a europeos, en cierto sentido, precursores de estilos historiográficos, como los son Levi y Braudell, lo que para el estudiante se demuestra la aplicación de metodologías o visiones a un trabajo historiográfico. Pero para el tercer y cuarta teoría, ¿quiénes son los precursores?, no lo son ni Grez ni Salazar, dejando al lector-estudiante algo “cojo”. La historia desde abajo, tiene entre sus precursores a los historiadores ingleses E.P. Thompson y Eric Howbsband, los cuales tomaron los modelos del italiano Antonio Gramsci. Este último propone “pensar y analizar la historia desde abajo, desde los sectores populares, desde la clases subalternas”, los cuales son el sujeto histórico y esta se va realizando a través de la práctica y de la experiencia, una obra de Thompson clave, es “Costumbres en común”. Más que una crítica, es un aporte para dejar claro, que en nuestra historiografía nacional, mas que ser precursora prístina de una historiografía, solo ha importado e impulsado formas de hacer historia.









lunes, 14 de febrero de 2011

Los Herederos de Mariana Osorio I






              “Los Herederos de Mariana Osorio” del historiador chileno Fernando Venegas, es una obra historiográfica que relata y analiza el desarrollo y el conflicto de los campesinos del curso medio inferior del Aconcagua entre el siglo XVII – XXI, en especial de la comunidad de Olmué. En ella, se explica las transformaciones de una comunidad campesina, la cual comenzó desde los tiempos de la encomienda y que con el paso de los años, los descendientes ya mestizados, comienzan una forma de organización colectiva, que tiene interesantes aspectos.  En su obra, va tomando esta transformación de la mentalidad rural con respecto a los cambios que va percibiendo la nación, como la cotidianeidad, política, economía y explotación de los recursos naturales, la colectivización y uso de los territorios de su espacio, Olmué.
            Estas comunidades, son estudiadas como una prolongación de las comunidades campesinas españolas de León y Castilla, que resistieron el avance del feudalismo y que lograron sobrevivir –con cambios y transformaciones-. De la misma forma, las comunidades del Aconcagua, se opusieron a los avances del Chile republicano, manteniendo derechos que vienen desde los tiempos de la Colonia, enfrentándose en parte al Estado Chileno -a la Municipalidad y su ley de regulación ejidos- como a la elite latifundista – por ejemplo la hacienda de Limache- en cuanto a al propiedad y explotación de terrenos y recursos  naturales.
            El capítulo analizado, corresponde a la tercera parte, cuyo titulo es “Estado Nacional y Sociedad Local en el Siglo XIX”. En ella se explica, como esta comunidad rural, lleva a cabo luchas y éxitos, en la naciente Republica de Chile, en la cual la trama local no se desliga del desarrollo de la política nacional, así este estudio micro se desenvuelve sin problemas con la historia macro. De toda maneras, como lo explica Giovani Levi, “un principio unificador de toda investigación macrohistórica es la creencia de que la observación microscópica revelará factores anteriormente no observados”[1]. Para Venegas, la visión de la historiografía tradicional del Chile rural, conformada por grandes hacendados, inquilinos y peones, no es del todo acabado, ya que deja de lado a los comuneros, que no son ni patrones, ni campesinos que tengan un vinculo de “fidelidad” o personajes errantes del mundo rural, sino que son colectivos sociales organizados que enfrentaron problemas, lograron avances y con el tiempo participaron de forma conjunta en el desarrollo de la localidad, tanto en la política informal en un principio, como en la formal. El desarrollo urbano, la educación, y la planificación económica demuestra, que no solo las élites  pueden darse el título de mecenas del crecimiento país del XIX, menos los dueños de todo el territorio nacional. En Olmué no fue así. 
            Los famosos intersticios y vacíos históricos del mundo rural chileno, son rellenados en parte con el estudio macrohistórico. El caso de Olmué, puede ser un ejemplo entre muchos, pero que representan en cierto sentido, las caras ocultas de nuestro pasado, que deben ser tomados en cuenta, tanto para develar y contradecir procesos no presentes en la historia oficial por un lado, y para generar identidad local y rescatar la memoria viva.

                                                              
El profesor Venegas propone varias hipótesis o supuestos de trabajo, que son las siguientes:

Las comunidades que se conformaron en el espacio geohistórico del curso medio-inferior del Aconcagua, entre las cuales se encontró la comunidad de Olmué, en primer lugar, correspondieron a una continuidad histórica de las que se desarrollaron en España durante el Medioevo. Que igualmente recogieron elementos culturales aportados por los grupos indígenas que lograron conservarse en el área o que fueron trasladados hasta ella, conformando comunidades de carácter mestizo no sólo desde el punto de vista de su cultura sino también de sus sujetos.

A pesar del avance y desborde de la ciudad, y de un Estado más preocupado de que se esfumasen que en comprender su significado y potenciarlo, también han logrado sobrevivir aun a las puertas del siglo XXI. En consecuencia, las comunidades mestizas son hoy una reserva de antiguas tradiciones campesinas, algunas de las cuales el mismo Estado tomó como símbolos para inventar la nación chilena.



[1] Peter Burke, Formas de hacer historia, Alianza Editorial,  Madrid 1996. p.124.

miércoles, 2 de febrero de 2011

¿Una historia centrada en el individuo o en la estructura? II



            Por lo tanto, el aporte thomsiano permite una apertura del método que rescata la conciencia a través de la experiencia vivida basándose en manifestaciones culturales para la formación de clases, se concluye por lo tanto que no hay un modelo predeterminado, ni tampoco un estructura como la marxista para la creación de una conciencia de clase y de movimiento político subalterno, más bien la clase se crea en la experiencia.
            El aumento de sujetos históricos y la recreación de la experiencia, conducen a otros rangos históricos, ya que el tratamiento de la fuentes comienza a matizarse con otras tetrodos de otras ciencias sociales, la base marxista-gramciana comienza a dejarse de lado, en otras palabras, el concepto de dominación y de lucha práctica experimental se desplaza por una historia que desea recrear lo cotidiano, ya no tanto lo político sino lo social que produce curiosidad, entrando derechamente a lo que comenta Manuel Perez Ledesma, donde ocurre una transformación el historia social a una historia cultural, en la cual los contextos son trascendentales y se utilizan prácticas  de la antropología para realizar la labor histórica través de la decodificación de símbolos y del lenguaje.
            Este proceso de cambio, a sido analogado de forma brillante por Pérez, mediante los pasajes bíblicos del Paraíso, en la cual alegóricamente este campo de virtud es la historia social combatiente en el cual el historiador adánico disfruta y come los frutos del Árbol de Vida del marxismo, pero en un momento dado come del Árbol vedado, lleno de semióticas y simbolismos, abandona el paraíso de la estructura y gana el pan con el sudor de su frente, vendiendo su trabajo en temas atrayentes y comerciables que son comprados por editoriales y fondos públicos, así la historia social pasa a ser historia cultural de calidad estética. Pero no todo está perdido, ya que la esperanza de redención esta cerca, aparece Marc Bloch como el profeta bíblico, que sentencia la no menos profética frase “si llegara el día en que la historia volviera a ser crónica y narración amena (…) surgirá otra ciencia social sobre el pasado porque su agenda apenas si ha comenzado a desarrollarse y cada día se enriquece con nuevas preguntas”.
            Si retrocedemos al texto anterior, Thomson nombra como factor de estudio de estas clases subalternas el lenguaje, tema profundizado por Manuel Pérez, que indica ciertas directrices teóricas para comprender la forma del estudio de símbolos y significados, que a través de la lengua, los sujetos entran en directo contacto con los hechos históricos y por otro lado el lenguaje construye la imagen del mundo de los mismos, entrando en el concepto de identidad. Pero hay que diferenciar en una primera instancia, el uso mediador del lenguaje que es lo real y el uso discursivo que es “el autentico causal de los hechos históricos y de las acciones humanas”. En un segundo punto, el lenguaje, no te constata una realidad sino que la constituye y representa, por lo tanto a base de  este desciframiento e interpretación discursiva es posible demostrar un acercamiento mucho más verídico del fenómeno histórico. En un tercer aspecto, la realidad basada en el lenguaje, debe ser interpretada en diferentes categorías, para ello se debe crear una taxonomía de las personas, diferenciándolas por en diversos patrones para reflejar el discurso identitario.
             El trabajo con el lenguaje, presenta sus problemáticas, que tanto y en que grado se allega este elemento a la realidad y por  la identidad del individuo, y como hacerlo sin alejarse del sujeto histórico, la respuesta esta en el imaginario, la construcción ideológica de la realidad a través de pensamiento representado en el lenguaje, como lo indica Pérez, el imaginario es el eslabón entre la subjetividad y lo real,  y por ello nace la explicación de los movimientos que se basan en el imaginario ente ellos el movimiento obrero.
            Pero el abuso del uso del lenguaje y de los discursos deben ser encadenados con las practicas habituales de los sujetos y no considerar este aspecto como punto de pivote de los cambios históricos, ya que los símbolos reemplazan al sujeto, mas bien las palabras son creación de los sujetos, por ende hay un asunto de pensamiento, que no se representa solo en el imaginario y en la ideología, sino también en la motivación de las acciones. Se retrotrae al profeta-mártir M. Bloch que expresa que hay que “hacer historia vitalista y psicologista, con el objeto de indagar conciencias de los seres humanos”, esto combinado con Thomson y sus sentencia frente al reduccionismo económico “los hombres y mujeres viven su relaciones de producción y según su experiencia de sus situaciones determinadas, dentro del conjunto de sus relaciones, con la cultura y las esperanzas, que le han transmitido, y según como estos ponen en práctica esas experiencias a nivel cultural”[1].
            Una historia vitalista, psicologista, en base a las relaciones humanas y a la experiencia, fórmula blochista-thomsiana. La construcción y explicación de los acontecimientos puede ser aún más reducida, al nivel del individuo en particular, como ente interconectado y formado en su contexto pero que puede ser analizado internamente, como una especie de FODA interpretativa de la historia, basado en la biografía.
            Tema que se tratará de analizar y discutir con los textos anteriores, fundándose en el articulo Elena Hernández Sandoica, adonde en un primer instante revela la biografía como un genero edificante y moralizador, ideal en el uso de la educación y de la formación de valores, por la tanto el sujeto histórico es un modelo y un instrumento ético, igualmente ciertos  tipos de público consumirá o bien enseñaran la vida de un personajes que cumple con los requisitos de ejemplo para el porvenir de la gente, como héroes de guerras pasadas, políticos de trayectoria, historiadores para futuros historiadores, físicos, etc. La biografía enseña un camino a seguir.
            Pero no solo lo individual es un recurso para el trabajo histórico, sino también los colectivo o identitario, lo que implica el estudio de ciertos personajes históricos, para explicar la experiencia, evocando a E.P. Thomson, la biografía puede ser y es una herramienta fundamental para captar la forma de vivir, visión de mundo del sujeto histórico e insertarlo en el contexto histórico, rellenado uno de los miles de intersticios de la trama histórica. Dentro de este género se puede constatar la formación del individuo en su ambiente, que lo transforma y desarrolla, desde un punto de vista externo, y sacar a luz los elementos culturales del individuo como de su espacio de sociabilidad.
            La Experiencia y las  tradiciones culturales que han sido traspasados de generación en generación, pueden vislumbrar en parte, la motivación de sus acciones  y de sus decisiones, logrando percibir o contradecir, la macrohistoria estructural del materialismo histórico o de la famosa historia total. Al contar con discursos y parte del lenguaje usado por el sujeto individual, se extrae la forma de pensar cotidiano y  así su filosofía de vida y por ende su mentalidad política y social, y de ello analizar su relación con las elites y el Estado, extrapolarlo a su relación y conciencia de colectivo social y  clase social. Aun más, el uso de la Psicologia como ciencia que puede iluminar los procesos históricos, debido a las actitudes y formas de pensar de los individuos, y no ser solo relegada a los grandes personajes, sino aquellos tipos que participaron de movimientos colectivos de cambio político, como el famoso movimiento obrero español, tan discutido en los dos textos anteriores. La famosa psicohistoria freudiana, debe ser mirada, eso si, con cuidado y precaución, como lo indica Hernández, una de las dos (psicología e historia) se devoraran entre sí, pero la psicología es una herramienta auxiliar de gran utilidad en al interpretación de las motivaciones y decisiones de los sujetos, pero no es la última palabra.
            Se refiere a motivaciones, no al estilo idealista de Collingood en su Ideas de la historia, en la cual historiador debe tener empatía con el personaje y tratar de discernir esas estimulaciones y razonamientos mentales ducho en el lenguaje de Polibio, “para cruzar el río”, sino más bien las herramientas de la psicología como modo de explicación de los hechos y no usar la historia como la panacea de explicar la psicología.
            En el fondo hay dos elementos que se pueden extraer de las lecturas para la utilidad del historiador –lo cual no es nada novedoso en el campo de la investigación histórica- no obstante para el autor de estas líneas es un aporte a su formación personal y profesional. La historia basada en al experiencia de vida y su aplicación en la interpretación de los sucesos históricos. Esta se relaciona con la famosa filosofía de la Praxis de Gramsci, el cual nos indica que los cambios históricos son llevados a cabo por los sujetos através del ensayo y del error generando cambios, esto se vislumbra no solo en los hechos concretos que hace el hombre, sino mas bien en la esencia del ser mismo, que se expresa en su lenguaje, en su psicología, en sus tradiciones y relaciones humanas, -muy cercano a la propuesta de E.P. Thomson-, lo que implica una renovación del marxismo ortodoxo, que carece de vitalismo y de la acción de los individuos, por lo tanto como lo indica Gramsci es solo pasividad y metafísica. La segunda ruptura, llama a lo concreto y lo real, para entregar un esclarecimiento histórico mucho más veraz, por ello es la búsqueda de nuevos paradigmas y nuevos razonamientos. El historiador inglés entregó las pautas, y estas se ampliaron, creándose una construcción histórica que rodea al sujeto, ampliándose al lenguaje, al imaginario, la biografía y la psicología. El extremo de estas nuevas herramientas, ya no sería historia, sería lingüística y psicología, por ello hay que guardar el equilibrio, que es el llamado de los tres textos citados.


[1] Ángeles Barrio Alonso, Clase obrera y movimiento obrero: ¿dos compañeros inseparables? Cuadernos de historia contemporánea 2008. Vol. 30. pp.96-97