domingo, 17 de abril de 2011

Europa Romana. Comentarios sobre la introducción de la obra de Edward Bispham



La introducción de la obra “Europa Romana” del autor Edgard Bispham, trata de un tema donde da a conocer los lineamientos que son vislumbrados para aplicarlos en esta concepción de la Europa Antigua. Cita un cometario de Eumenes, donde se reconoce que todo lo que hay en el mundo civilizado es de los romanos. Da a entender la idea de la globalización de un imperio. Llama la atención valoración de la época,  de estudiar sectores como entes independientes sin relacionarlo con este enfoque mundial romano.
De esta manera, da a comprender que la Europa Romana esta dividida en el sector septentrional y mediterráneo, lo que implica una diferenciación cultural importante, lo que se traduce en un división espacial de estudio histórico. De modo que hay más enfoques de análisis, como es el del centro-periferia, la combinación de lo local y lo global. La visión de la romanización con respecto a la hibridación, dando más aceptación en la participación de los pueblos nativos. Además el enfoque de la arqueología, en base a estudios que legitimen esta disciplina con un mirada tan aceptable como la de la historia. No obstante  ha cabido en la antipatía de lo prerromano, dejando al mundo clásico ignorado. Esto a desembocado en la ignorancia de la lenguas clásicas y de los estudios catedráticos de la antigüedad, lo que implica una visión indígena extrema. Para Bispham, la idolatración de la cultura romana no es la vía, sino más bien pensarla.
El autor enfoca su relato en base a Europa, reduciendo al sector africano y asiático del Imperio, esto con el propósito de cumplir su objetivo del espacio geográfico a estudiar, sin desconocer que Roma que unió a tres continentes en torno a su dirección. Por lo consiguiente, sacará a la luz a las provincias Europeas que han sido por lo general ensombrecidas por la riqueza cultural del oriente romano y por la misma ciudad de Roma.
El objetivo general, el cual engloba este designio es mostrar a Europa como una región singular. Poniendo de relieve sus particularidades características, y permitir en consecuencia aislar más claramente los elementos de su evolución que resulten comunes al resto del imperio. En síntesis, es la historia del Imperio romano en su contexto Europeo.
El espacio cronológico de estudio parte del año 1000 a. C, en plena edad de hierro y terminará en el año 400, 76 años antes de su caída, por las siguiente razones, comienza las incursiones bárbaras, se debilita la administración y el cristianismo ya había hecho su expansión en todo el imperio, y Roma ya no era el centro del mundo.

En Europa, al expandirse el imperio, Roma se vio arrastrada por el torrente de su propio empuje, y no es posible estudiar esa expansión al mugen de ese propio ímpetu. Del mismo modo, tanto la mencionada corriente imparable como sus desbordamientos habrían de superar mas tarde los diques que pretendían encausarlos las fronteras romanas, lo que significa que nuestra comprensión de la caída del imperio en función del efecto ejercido por las presiones externas ha de elevarse a un grado de refinamiento capaz de ir más allá de la simple evocación de los bárbaros.
La integración es uno de los elementos que trata Bispham, al momento de plantear su tesis de esta Europa Romana, un mundo que indica ya una globalidad e interacción, en la cual da forma al viejo continente. Aun así, se reconoce la división de la Europa mediterránea frente a la septentrional, como una forma de conocer al imperio, pero que es posible, también estudiar lo local con lo global, lo cual es preferible, Bispham aboga por un estudio integrado, no aislado o independiente de las regiones de la Europa romana.
Por otro lado toma la romanización no como un elemento de aculturización de parte de Roma a los pueblos conquistados, sino más bien como un proceso de hibridación, en la cual, la cultura material representa tales resultados, uno de esos elementos es la arqueología, la cual amplia ese conocimiento, lo que implica un cambio de perspectiva positivo, demostrado que Roma más que eliminar sistemas nativos, procuraba adaptarlos a la nueva realidad de posconquista.
No obstante, hace una fuerte critica a aquellas escuelas arqueológicas que ignoran al elemento romano dentro de sus estudios, así mismo de la influencia griega en oriente, basándose en la edad de hierro de cualquier sector o pueblo de Europa. Para el autor es vital la comprensión de cultura indígena europea, el análisis del mundo romano y su influencia en ellos. La llamada corriente postcolonial, intenta suprimir el elemento romano, esto caería en un desequilibrio y en un estudio asimétrico de la realidad pasada.
Roma no fue un imperio muy afable. Actuó con rigor, violencia y dureza hacia los conquistados, pero eso no quiere decir que hay que reavivar el fuego localista, sino  comprender los procesos históricos, mas que usarlos  bajo ideas reivindicativas, usando el lineamiento de estudio que sea necesario.
De esta manera, el estudio de Europa romana, debe ser acotado geográficamente, dejando de lado Asia y África, pero debe tomarse en cuenta que imperio es tricontinental y además integrado, pero por motivos metodológicos, se toma Europa de forma aislada. Por otro lado, tampoco hay que tomar que la regiones de Europa giraban entorno a Roma, y este es el centro gravitante, sino mas bien, hay particularidades singulares en el viejo continente que pueden salir a flote sin ser menoscabados por la ciudad del Lazio
Bispham hace un critica a la romanización, como herramienta de análisis de los dominadores a los dominados, como una trasplantación de cultura, más bien como una cambio cultural producto de la conquista romana. Los nativos se sintieron seducidos por lo romano, atraídos por la romanidad, prueba de ellos esta la cultura literaria y plástica de las provincias, lo que explica además un sentido de pertenencia, tanto en los social como en la identidad.