jueves, 10 de enero de 2013

La Resistencia a la romanización en “Orbe Romano e Imperio Global. La romanización desde Augusto a Caracalla” de Alejandro Bancalari.


 
Dentro de uno de los autores chilenos que ha puesto sobre la mesa de los estudios de la resistencia de los nativos al Imperio Romano, el Alejandro Bancalari. En su libro, Orbe Romano  hace un analisis de algunas de las propuestas de la oposicion de los pueblos conquistados a las politicas de la romanizacion. He aquí que hemos hecho un pequeño análisis de su trabajo y postura.
        En la obra del profesor penquista se pude apreciar el estudio del modelo de resistencia de  las provincias al proceso imperialista o romanizante  de la ciudad del Lacio. Hay que hacer notar, que este estudio es solo una pieza de esta gran obra que trabaja el proceso de la romanización desde diferentes ópticas, comentando además los diferentes factores que llevaron a cabo es proceso histórico que es innegable.
        El profesor Bancalari expone en primer lugar la resistencia dentro del marco de la definición de la romanización como la expresión de dominación, en contraposición, como la resistencia al poder romano al “cambio dialéctico” de una cultura sobre otra[1].
          Así de a entender que la visión de la oposición a Roma, tiene diferentes modalidades en la oposición de los pueblos conquistados.  Para ello cita al historiador argelino Marcel Benabeau, quien en su tesis doctoral explica la resistencia en África, desde un punto d vista militar como cultural, enfocándose mas que una historia romana a una historia africana, indicando que mas que una romanización de la provincia es mas bien una africanización de lo romano, explicado en un acontecer histórico no armonioso. Esta visión es contrapuesta por el estudioso  Y. Thebert, quien critica el concepto de resistencia ya que un término errado y no neutra como el de romanización, exponiendo a los nativos como héroes, infiriéndose un sesgo nacionalista y étnico[2].
            Alejandro Bancalari expone el caso de del Britania – el cual nos interesa- indicando que la escuela inglesa-nativista en sus investigaciones han dilucidado las causas del rechazo de una superficial romanización. De esta manera, se da a entender de una resistencia céltica en el mundo privado y una romanización publica de la Britania, presuponiendo de una resistencia pasiva del pueblo isleño a la dominación romana[3].
          Un crítico de la resistencia es Greg Woolf, quien en su obra Beyond Romans, indica que la romanización es factible y aceptada por las elites locales de las diferentes provincias. Aun así, África es tendenciosa en mostrar resistencias de tipo nacionalista y antirromano, demostrando una esterilidad de este suelo a la romanización.
          Para el profesor Bancalari, la resistencia es una realidad en las provincias del Imperio, pero que varía de región en región. Roma ejerció una fuerza imperialista brutal sobre los conquistados, pero advierte que no hubo rebeliones nacionalistas al estilo del siglo XIX[4], pero no se pueden negar los alzamientos y rebeliones locales, como el caso judío que fue a nivel de sociedad, y otros casos como el cántabro. El profesor penquista, explica que el caso britano en cierta manera hubo un rechazo y un desafío a la hegemonía romana, incluso después de la conquista, producto de los abusos y exigencias de las autoridades, los pesados tributos y reclutamiento, además del control de vida, lo que se traducía en la oposición a los intereses económicos y fiscales del Imperio[5].
           Es posible complementar a esta modalidad de resistencia la visión británica de la romanizacion como destrucción de la sociedad nativa[6] o bien la visión más conciliadora y sincretista de la criollización. La primera visión por cierto radical, pero que no se puede dejar de lado. Esta postura esta sostenida por R. Hingley, quien critica la postura del imperialismo defensivo y de tolerancia religiosa.[7] Hay preguntas que responder frente a la romanización o imperialismo romano, la reacción de los pueblos autóctonos a la conquista y el sostenimiento de la resistencia frente a la dominación. Los mecanismos de la romanización frente a la estructura tradicional autóctona, la resistencia activa por un lado y la pasiva por otro. La segunda postura parte desde la visión del insigne historiador Collingwood quien será el primero en poner sobre el tapete el concepto de hibridación, quien más tarde Webster de forma parecida prepondrá el concepto criollista. Este lente supera los procesos de resistencia, pasando a los procesos de adaptación, en el cual los sectores sociales medios y bajos tendrán una relación con el poder romano y la conservación de la identidad. Esto implicaría el no uso del concepto de la romanización, como la entrega de cultura de un ente superior al inferior, sino más bien como interacción sincretista tanto desde los planos dominantes a los dominados o bien al revés, dando origen  a algo nuevo, una cultura mestiza.[8]
            Por último, en Orbe Romano, Bancalari analiza el discurso de Calgaco[9] –escrito por Tácito, rey de los Caledonios, durante las campañas del gobernador romano de la Britania Agrícola. Se entrega la concepción del vencido, frente al imperialismo romano y la noción del nativo, implicando una visión crítica y negativa al sistema de gobierno romano. Se trata de mostrar la paz romana como un desastre humano y económico, en la destrucción del modo de vida de los pueblos originarios. Desideri lo indicaría como la anulación  de una individualidad étnica. Para Bancalari se trata de la problemática entre conquistadores y conquistados, de la libertas y el servitus. Aun así, finaliza que este discurso es un recurso estilístico de Tácito.



[1] p. 65 (ver M. Millet, The romanization of Britain. An essay in archaeological interpretation. Cambridge University, Cambridge, 1990. esp. Pp. 1-3.
[2] p. 74.
[3] p.75 ver autorer como R. Reece, Webster y Mattingly.
[4] Miles. Roman and Modern
[5] p. 76 y 77.
[6] p.80
[7] Ver. “Britannia, origin myth and the British empíre” y “Resistance and domination: social change in Roman Britain”
[8] P.82 a 85
[9] P220-221