El centralismo hace su aparición luego de la guerra civil entre conservadores –los cuales eran centralistas – y liberales, venciendo los primeros, Concepción fue la ciudad que representó a los liberales y provincialistas autonómicos en la guerra civil, perdiendo con ello a su defensor y líder Ramón Freire. De esta manera, para algunos, la republica obtiene el orden deseado, bajo un régimen fuertemente autoritario, centralista y presidencialista[1]. Se crean una nueva constitución en 1833, al cual regirá Chile hasta 1925, desplazando al opinión y le poder decisión de las provincias hasta hoy día, generando una cultura centralista, peticioncita y dependiente de la capital. El Art. 116, indica que cada provincia residirá su administración en manos de un intendente, quien será designado por el presidente, quien es agente natural e inmediato y en art. 117 tendrá a su mandato a los gobernadores que también son designados por el presidente y son de confianza del intendente y estos tedian sujetos a los regidores de las comunas. Se disuelven las asambleas provinciales, se crea una cadena de administración y de decisiones políticas basada en la verticalidad y poderes de represión de gran fortaleza en manos del primer mandatario. Según Catalina Saldaña, resulta evidente que un Estado penetrante tiene también la posibilidad de afectar negativa o positivamente los intereses de los distintos grupos de la sociedad; por lo tanto, si el régimen de gobierno es lo suficientemente autoritario como para permitir que quienes detenten el poder no tengan necesariamente que prestar atención a las peticiones y protestas de dichos grupos, cualquiera que sean, éstos tratarán tarde o temprano de cambiar el régimen para prevenir que las autoridades puedan hacer vales todo el poder estatal a su solo arbitrio.[2]
Concepción en una primera instancia aceptó, pero apenas aparece la oportunidad buscaba el medio de hacer valer su voz en este contexto centralista santiaguino. Ya en 1851, se origina una revolución contra el autoritarismo, la falta de participación, el subdesarrollo provincial. La burguesía local penquista, levantando a su propio candidato presidencial el cual pierde la las elecciones frente a Manuel Montt, generando así el movimiento revolucionario anticentralista. Ellos ni buscaban la disolución de la republica ni la independencia, sino un cambio de estructura que favorezca la autonomía, la libertad y la democracia local. Aun así, santiago aplasta la sublevación en la batalla de Loncomilla[3]. Para algunos, termina aquí el protagonismo de Concepción en la lucha con santiago por el poder nacional y la descentralización. Un nuevo intento se da en 1859, a pesar que la participación de la ciudad enquistas tuvo una breve participación su centro neurálgico fue la ciudad de Copiapó, bajo el liderazgo del empresario minero y liberal, Pedro Leon Gallo. La ciudad de Concepción se da cuenta de la inutilidad de la lucha política armada y se dedica al desarrollo y progreso de su territorio.
Durante los siguientes 75 años, ganándose la confianza del gobierno central comienza una era de prosperidad para la elite penquista, creándose instituciones que le permiten generar su propia administración, ganando autonomía e identidad. Se crea así, el Club Concepción en 1867, centro social, de negocios y del lobby de la elite penquista, lugar donde se tomarían decisiones de gran importancia económica y política. Se da inicio a la actividad financiera local con el Banco de Concepción en 1871. La Sociedad Agrícola del Sur en 1881y también la prensa local con periódico llamado el diario el Sur en 1882. en 1919 se funda la Universidad de Concepción. De esta manera la ciudad del Bio Bio, logra generar por iniciativa propia ser parte del progreso nacional y regional, generando con el tiempo fundamentos para que las provincias sean consideradas desde el centro gubernativo. En 1890, se decreta la ley de comunas autónomas, dando derechos a las municipalidades de elegir y decidir sobre ciertas materias, sin tener las tutelas del intendente y de los gobernadores, liberalizando las instituciones políticas y generando cierta descentralización local[4].
En 1925 se crea una nueva constitución para la republica, en ella la descentralización tiene un nuevo cariz, en el cual durante el periodo que estuvo vigente tal carta fundamental se realiza la primera regionalización como tal. El objeto de tal cambio reside por un modelo económico desarrollista, que busca el progreso económico del país bajo un paradigma keynesiano, con una importante participación de Estado[1]. De esta manera, gracias a esta constitución, Concepción y su entorno tendrían una contribución especial en el área industrial, pesquero, minero y silvo-agropecuario. Así, el art. 94 de esta constitución indica que cada provincia seria gobernada por un intendente asesorado por una asamblea provincial designada desde las municipalidades, podrá disponer de la administración del presupuesto y realizar peticiones mediante el intendente al poder central. A pesar de que la región participa de la dirección, políticamente no tiene gran ingerencia, es más, aun hay un fuerte control de parte del gobierno, ya que no hay una aportación ciudadana directa y los procesos de relaciones es vertical y jerárquica. Después del golpe de Estado de 1973 y la instauración del gobierno militar, esto cambiaria a un centralismo aun más estricto, sin asambleas provinciales y los alcaldes seria designados desde el poder central además de lo explicado en las primeras hojas. La nueva constitución de 1980, proporcionaría las directrices de un nuevo centralismo y una regionalización que en realidad responde a un sistema económico neoliberal de poca participación ciudadana, donde Concepción a pesar de de tener un fuerte espíritu regionalista, depende de un poder central que aun decide en el fondo el destino de su gente.
En conclusión, la participación ciudadana es fundamental en todo proceso democrático que se expresa en la elección de sus dirigentes, respetando la soberanía del pueblo chileno, pero resguardando los intereses de quienes son de región. Esto generaría un mayor desarrollo de cada unidad territorial. Concepción históricamente ha tenido siempre las condiciones de gobernarse autónomamente, desde el principio de la conquista y de la colonia. Por otro lado, Santiago le debe mucho a Concepción, ya que mientras sacrificaba su desarrollo en pos de la mantención de la paz, Santiago se enriquecía y se desarrollaba junto con el puerto de Valparaíso. Además, fue un pilar de la Independencia de la nación, un actor y defensor importante de las reivindicaciones regionales tanto en actividades que reforzaron su idiosincrasia como en la guerra armada contra Santiago. El fuerte centralismo santiguino se refleja en la escandalosa cifra del presupuesto nacional, en la cual el 73% de este se destina a la capital y el 17% a las regiones,[2] ¿Cómo se puede hablar de descentralización y de desarrollo regional?
El ejemplo español es una vía que se puede imitar. Concepción tiene una historia y una identidad, un territorio en el cual ah estado, crecido y vivido. Pero una copia con un presidente y un parlamento es un sueño lejano, producto de la cultura del chileno en general. Desde 1833 hasta la fecha, el centralismo es el referente de gobierno, cada paso descentralizador es visto con desconfianza por las elites comerciales, que tienen sus centros de acción en la capital y sus inversiones en cada rincón de país, para ellos no sería factible discutir con cada presidente regional y un parlamento que toma decisiones políticas que afectarían sus intereses. Los dos grandes entes políticos, que se preocupan del poder que ejercen desde la capital a sus subsidiarias regionales, verían minimizados sus influencias, al aparecer partidos y movimiento exclusivamente regionales y que probablemente tendrían otros tintes y objetivos políticos, lo que daría el trabajo de nueva, ente canalizar las redes clientelares. Por último, el Estado de Chile se maneja desde Santiago ¿dejaría el poder político total? ¿Tendría la confianza de entregarlo? ¿el poder ejecutivo y el legislativo darían un pie al lado por las iniciativas regionales? Históricamente, jamás han dando un paso importante a ello.
[1] Ibidem. 456
[2] Bancalari, Alejandro. Historiadores chilenos frente al bicentenario. Comision Bicentenario, santiago. 2008. p. 420