Dentro de uno de los autores chilenos que ha puesto sobre la mesa de los estudios de la resistencia de los nativos al Imperio Romano, el Alejandro Bancalari. En su libro, Orbe Romano hace un analisis de algunas de las propuestas de la oposicion de los pueblos conquistados a las politicas de la romanizacion. He aquí que hemos hecho un pequeño análisis de su trabajo y postura.
En la obra del profesor penquista
se pude apreciar el estudio del modelo de resistencia de las provincias al proceso imperialista o
romanizante de la ciudad del Lacio. Hay
que hacer notar, que este estudio es solo una pieza de esta gran obra que
trabaja el proceso de la romanización desde diferentes ópticas, comentando además
los diferentes factores que llevaron a cabo es proceso histórico que es
innegable.
El profesor Bancalari expone en
primer lugar la resistencia dentro del marco de la definición de la romanización
como la expresión de dominación, en contraposición, como la resistencia al
poder romano al “cambio dialéctico” de una cultura sobre otra[1].
Así de a entender que la visión
de la oposición a Roma, tiene diferentes modalidades en la oposición de los
pueblos conquistados. Para ello cita al
historiador argelino Marcel Benabeau, quien en su tesis doctoral explica la
resistencia en África, desde un punto d vista militar como cultural, enfocándose
mas que una historia romana a una historia africana, indicando que mas que una romanización
de la provincia es mas bien una africanización de lo romano, explicado en un acontecer
histórico no armonioso. Esta visión es contrapuesta por el estudioso Y. Thebert, quien critica el concepto de
resistencia ya que un término errado y no neutra como el de romanización,
exponiendo a los nativos como héroes, infiriéndose un sesgo nacionalista y étnico[2].
Alejandro Bancalari expone el
caso de del Britania – el cual nos interesa- indicando que la escuela
inglesa-nativista en sus investigaciones han dilucidado las causas del rechazo
de una superficial romanización. De esta manera, se da a entender de una
resistencia céltica en el mundo privado y una romanización publica de la
Britania, presuponiendo de una resistencia pasiva del pueblo isleño a la dominación
romana[3].
Un crítico de la resistencia es
Greg Woolf, quien en su obra Beyond Romans, indica que la romanización es factible
y aceptada por las elites locales de las diferentes provincias. Aun así, África es tendenciosa en
mostrar resistencias de tipo nacionalista y antirromano, demostrando una
esterilidad de este suelo a la romanización.
Para el profesor Bancalari, la
resistencia es una realidad en las provincias del Imperio, pero que varía de región
en región. Roma ejerció una fuerza imperialista brutal sobre los conquistados,
pero advierte que no hubo rebeliones nacionalistas al estilo del siglo XIX[4], pero
no se pueden negar los alzamientos y rebeliones locales, como el caso judío que
fue a nivel de sociedad, y otros casos como el cántabro. El profesor penquista,
explica que el caso britano en cierta manera hubo un rechazo y un desafío a la hegemonía
romana, incluso después de la conquista, producto de los abusos y exigencias de
las autoridades, los pesados tributos y reclutamiento, además del control de
vida, lo que se traducía en la oposición a los intereses económicos y fiscales
del Imperio[5].
Es posible complementar a esta
modalidad de resistencia la visión británica de la romanizacion como
destrucción de la sociedad nativa[6] o
bien la visión más conciliadora y sincretista de la criollización. La primera visión
por cierto radical, pero que no se puede dejar de lado. Esta postura esta
sostenida por R. Hingley, quien critica la postura del imperialismo defensivo y
de tolerancia religiosa.[7] Hay preguntas
que responder frente a la romanización o imperialismo romano, la reacción de
los pueblos autóctonos a la conquista y el sostenimiento de la resistencia
frente a la dominación. Los mecanismos de la romanización frente a la
estructura tradicional autóctona, la resistencia activa por un lado y la pasiva
por otro. La segunda postura parte desde la visión del insigne historiador
Collingwood quien será el primero en poner sobre el tapete el concepto de
hibridación, quien más tarde Webster de forma parecida prepondrá el concepto
criollista. Este lente supera los procesos de resistencia, pasando a los procesos
de adaptación, en el cual los sectores sociales medios y bajos tendrán una relación
con el poder romano y la conservación de la identidad. Esto implicaría el no
uso del concepto de la romanización, como la entrega de cultura de un ente
superior al inferior, sino más bien como interacción sincretista tanto desde
los planos dominantes a los dominados o bien al revés, dando origen a algo nuevo, una cultura mestiza.[8]
Por último, en Orbe Romano,
Bancalari analiza el discurso de Calgaco[9]
–escrito por Tácito, rey de los Caledonios, durante las campañas del gobernador
romano de la Britania Agrícola. Se entrega la concepción del vencido, frente al
imperialismo romano y la noción del nativo, implicando una visión crítica y
negativa al sistema de gobierno romano. Se trata de mostrar la paz romana como
un desastre humano y económico, en la destrucción del modo de vida de los
pueblos originarios. Desideri lo indicaría como la anulación de una individualidad étnica. Para Bancalari
se trata de la problemática entre conquistadores y conquistados, de la libertas
y el servitus. Aun así, finaliza que este discurso es un recurso estilístico
de Tácito.
[1] p. 65 (ver M. Millet, The
romanization of Britain. An essay in archaeological interpretation. Cambridge
University, Cambridge, 1990. esp. Pp. 1-3.
[2] p. 74.
[3] p.75 ver
autorer como R. Reece, Webster y Mattingly.
[4] Miles. Roman and Modern
[5] p. 76 y 77.
[6] p.80
[7] Ver. “Britannia, origin myth and
the British empíre” y “Resistance and domination: social change in Roman
Britain”
[8] P.82 a 85
[9] P220-221