domingo, 31 de octubre de 2010

Jean-Claude Schmitt. Un comentario sobre su árticulo "Historia de los Marginados".

          
              El articulo del profesor Schimitt, trata en una primera instancia de mostrar una nueva cara de la historia, saliendo de los parámetros de la historia de la elite, como él llama la historia que emana desde el centro, la cual deja de lado a los sujetos que no pertenecen a ese centro sino que más bien es de los márgenes de la sociedad. Comienza el interés por la historiografía de los desplazados, en el siglo XIX, con los obreros de la Revolución Industrial, toma forma en la década de los treinta, con la entrada de la Escuela de los Anales, pero se consolida como historia de la marginalidad ya en la década del 60, con los movimiento de contestación en contra de los valores de la sociedad contemporánea.
            El  concepto marginado, se ha ido tratando, desde los sucesos del 68, que denuncian y ponen sobre el tapete los tipos de marginalidad, algunos menos provocativos como otros acompañados de gran injusticia, lo cual ha generando una actitud de conciencia social.
            Según el autor hay dos formas de marginalidad, una de tipo transitoria y otra de ruptura, que va de la mano con los valores socio-culturales y los valores socio-económicos. Esto implica las relaciones de producción y en la ética jerárquica de valores sociales, esto decanta en una noción de exclusión.
            Jean-Claude Schmitt, caracteriza la marginalidad histórica en la Europa del siglo XI al XVIII, como procesos de integración y exclusión progresiva, enfocándose en el contexto del medioevo y de los cambios que hay en la mirada hacia los desplazados, tanto en el desarrollo de las ciudades, migraciones del campo a la ciudad y en la madurez del capitalismo, que trae consigo nuevas apreciaciones sobre el orden y el control social.
           Schmitt propone que en una sociedad cada vez más exclusiva, en la que tras, una primera fase de integración sistemática, correspondiente al establecimiento de la nueva sociedad de los siglos XI y XIII, sigue una larga fase de exclusión, cada vez más severa, y al fin una fase de encerramiento generalizado.
De una acumulación progresiva de tipo marginales, cada vez  más numerosos y diversos, puesto que aproximadamente se observa una multiplicación, en el curso del tiempo, de nuevas marginalidades, débilmente compensada por la desaparición de grupos marginales más antiguos.

El profesor Shmitt, propone la revisión de un nuevo enfoque de estudio para aquellos personajes que no tienen una participación activa en el proceso histórico de tipo político y económico. Construcciones históricas que se hacen desde la elite, lo que implica una lejanía del historiador en una primera instancia frente estos personajes no influyentes o los marginados. No obstante deja claro, que los requerimientos de la sociedad son más exigentes, cuando estos sujetos comienzan a adquirir protagonismo en la historia, a partir del siglo XIX, con la Revolución Industrial, en la década del 30, con la famosa crisis del 29. La escuela de los Annales puso su atención en la temática, pero derechamente la energía de la investigación se concentra en los 60, con los movimientos de protestas de los emigrantes o comunidades raciales, buscando la reivindicación de derechos. Por lo tanto, para Shmitt, el estudio de los personajes marginales en la historia, se da por la necesidad de la sociedad  al adquirir cierta relevancia otros personajes históricos.
            Entramos de lleno a una forma de hacer historia “desde abajo”, en la cual por ciertos métodos indiciarios, se puede construir un relato que trata de ser lo más veraz a este problema de los marginados. Schmitt da inicio luego de una reflexión sobre la temática en definir conceptualmente lo que es un marginado, en el fondo son aquellos que no están acorde al “establishment”, o sistema imperante que genera marginados incluyéndolos o excluyéndolos según sus necesidades. Así, el autor además de entablar hipótesis, también se hace preguntas con respecto a la tónica.
            El desarrollo del artículo está dentro de un espacio y tiempo determinados, y esto tiene origen en la especialidad del autor, quien habla de los sujetos marginales, en un contexto europeo medieval, entre los siglos XI y XVIII, tomando como factor de cambio, la transición mental de la ciudad, de un pensamiento con matices religiosos a uno con características capitalistas de acumulación. Así, su estudio es breve pero muy variado, explicando desde lo macro a los micro, desde los marginales del mundo europeo, aquellos que viven más allá del mundo cristiano, catalogados como infieles. Baja el lente hacia aquellos que viven en el campo y luego en la ciudad medieval, que es el foco de marginalidad, por la razón que dentro de un contexto feudalista u religioso, el centro urbano es un ente molesto en esta estructura en el que la producción y la mentalidad se basaba en la tierra y en la religión, y no en el comercio y el lucro.
            Por ello, en un principio, los marginados eran aquellos que trabajaban con labores económicos o bien cumplían trabajos necesarios pero repudiables religiosamente en la sociedad medieval, como son los casos del verdugo, el prestamista, el mercader y el intelectual, ya que la base de su oficio es la sangre o el dinero. No así, el mendigo, el leproso o el loco, que en cierta manera eran amados por Cristo y entes donde practicar las buenas obras obtener la salvación. Ya del siglo XIII en adelante, con las cruzadas y los contaros con mercados lejanos, las ciudades comenzaron a crecer  y poco a poco, la marginalidad se invierte. Los agentes económicos de la ciudad se integran a la sociedad y luego imponen su forma de pensamiento burgués en la cual todo debe tener una utilidad, adquiere valor el trabajo y el orden social, de esta manera, los pobres, los enfermos y los locos, son excluidos por no cumplir el perfil que comienza a surgir y dominar. Los mendigos son posibles criminales, los segundos dan inseguridad y los terceros son fuente de vergüenza, por lo tanto deben ser incluidos forzosamente o castigados, alejados o bien encerrados. Schmitt, trata de explicar a grandes rasgos el cambio de pensamiento de una elite dominante que se implanta, y que afecta a aquellos que están fuera de éste.
            El uso de la fuentes, para la construcción de histórica de este sector periférico, es gravitante, ya que metodológicamente, la recopilación de éstas, no provienen de estos grupos, sino de la elite, básicamente registro inquisitoriales, archivos judiciales, obras contra los marginados, investigaciones seriales o de datos cuantificables, o bien fuentes no tradicionales, como poemas, cantos, obras literarias e iconografía. Pero lo importante, es entender que los archivos que provienen de la elite, más que ser sesgados por una visión de época al sujeto periférico, entregan una construcción de éste, como los dice Carl Ginzburg, el inquisidor, juez, poeta o el pintor, es un antropólogo que describe características del sujeto, como sus palabras y  su retrato, por lo tanto es posible construir una historia de los marginados, armando su cultura y su visión y así cumplir con la necesidad de la sociedad que pide una interpretación de utilidad  de los sucesos que viven en la actualidad.

domingo, 17 de octubre de 2010

La Imaginación Histórica en Collingwood VII







Al final de su propuesta Collingwood, da a comprender un punto esencial, la cual citare textualmente:

“El pensar histórico es aquella actividad de la imaginación mediante la cual nos esforzamos por dar a esta idea innata un contenido detallado, lo cual hacemos empleando el presente como testimonio del propio pasado”[1]

            Collingwood desarrolla esta idea en el sentido, que la labor de reconstrucción del pasado o el acto de la imaginación, se basa en lo que hay en el presente, de los testimonios que tenemos en el hoy. Pero la percepción no es factible en el aquí y ahora, ni tampoco tener un panorama total del pasado. Así, se entabla la mutabilidad del testimonio histórico, en otras palabras en su relatividad, eso implica que un método puede trasformar el uso de la fuente o bien la formación y competencia de cada historiador, esto desemboca en la relatividad hermenéutica de la historia. Frente a esta suposición, Gardiner refuta lo dicho, entregando el siguiente argumento, que “tal concepción es insidiosa porque el modelo espacial sugiere que el pasado es todavía el presente, aunque en una forma rarificada y “subsistente” Y esto a su vez, da pábulo a la creencia de que, de todos modos, algunos aspectos del pasado sobreviven y es posible ponerse en contacto directo con ellos”[2] la evidencia arqueológica y documental es el aquí y ahora de ese pasado, pero el pasado no adquiere forma de contacto telepático con el presente.

            Para Collingwood, la interpretación debe ser hecha por personas que “sepan de todo”, tanto en el conocimiento histórico, de la naturaleza, matemáticas etc, un humanista integral. Así, implícitamente cita Burkhardt, “cada nueva generación tiene que reescribir la historia a su manera”. Por lo tanto el conocimiento histórico cambia. Entra en un tema no muy desarrollado, pero que en este trabajo se tratara de esbozar, la segunda dimensión del conocimiento histórico, “la historia de la historia”. El historiador mismo forma parte del testimonio, del proceso y del punto de vista en el cual el vive.
Concluye Collingwood,  que la idea de un cuadro imaginario de la historia, es una teoría que posee en la mente, no obstante, su obra será inconclusa, ya que nunca será un cuadro completo. No obstante, su trabajo con todo los defectos, tuvo un curso racional, claro y único. La imaginación histórica es dependiente, determinante u justificante en el historiador


 La labor del trabajo histórico, en lo personal no es un faena científica basada en las concepciones hemepelianas, ya que en historia por una parte no es posible sistematizar en base de leyes generales, tampoco es posible generar explicaciones históricas en base de esquemas nomológicos, ya que gran parte de los acontecimientos que están en el pasado, a pesar que pueden hacer referencia  a ciertas teorías para llevar a cabo como lo explica Gardiner, con el objeto de clarificar o dar mas luz a las elucidaciones de carácter histórico, están en lugares o espacios y contextos diferentes, aun así es posible buscar tendencias que dan esbozos de explicación.

La explicación histórica a base del pensamiento, es una de las vías o modos de confeccionar el constructo histórico, pero no puede explicar en su totalidad el proceso histórico, la causalidad no es solo el pensamiento, hay otros factores o variables que influyen en el trascurrir históricos y en los cambios coyunturales. El historiador debe sensibilizarse con los modos y formas que hay en el pasado, pero no de una forma racional –como lo indica Collingwood- sino como ser humano, porque el hombre se ve envuelto, como lo indica Recceur, con muchas las posibilidades, por lo tanto cambia o muta con el tiempo. La historia no es solo una sucesión de hechos, sino que hay dentro un significado, la cual debe estructurase en base a las fuentes pertinentes a la problematización, de esta manera, el espectro  epistemológico de la construcción se engrandece, generando así una mayor variedad de los temas que pueden ser tratados.

Collingwood, dentro de su visión, no es limitado ni tampoco refutable en su posición, potencialmente es corregible y proyectable, ya que en su propuestas de imaginación en la recreación histórica, propone cambios y un punto de partida, para una elaboración teórica que con el tiempo derivo a debates y discusión que entregó otras tipos de ideas de representación. A pesar de ello, Collingwood, no aprecia la literatura como fuente, en un sentido pragmático, tampoco da ideas con respecto a la construcción de esta red organizativa, basado en datos o acontecimientos dados por los autoridades, que en este trabajo llamamos nodos, simplemente justifica la ilación como una combinación de imaginación y crítica. Solo se logra comprender en cabalidad, al momento de relacionar este aspecto con el trabajo de la trama de Hayden White.

               Uno de los aspectos que mayor llama la atención es el método policíaco del historiador. El recolectar las fuentes y luego hacer preguntas de forma constante, no tomando en cuenta lo que entrega la fuente, sino mas bien las resoluciones y preguntas que uno mismo se hace, genera que el historiador mismo se vuelva un científico, que busca respuestas e un pasado que claramente ya no existe, pero que a sido. Lo complicado, para Collingwood, es que hoy en día la variedad de fuentes se ha ampliado  y el trabajo de la  heurística y hermenéutico se ha desarrollado de tal forma, que optar a un rol científico, no permitiría visualizar la heterogeneidad de verdades, ya que las fuentes verbales y no verbales, sean de primera mano o de segunda mano, van cambiando su enfoque interpretativo, por lo tanto, todo ese trabajo intelectual policial, también pasa por la criticas de otros. Aun así Collingwood, reconoce que la labor del historiador nunca está concluida, y por ende, permite  mostrarse de acuerdo la crítica producirá  de parte de historiadores posteriores.


[1] Collingwood “Ideas de historia” p. 240
[2] Gardiner “La naturaleza de la explicaron histórica” p. 53

domingo, 3 de octubre de 2010

La Imaginación Histórica en Collingwood VI

El trabajo narrativo de la historia, es el uso de un lenguaje inteligible, para lograr entender esta red creada por el pensamiento, es elaborado por Arthur Danto, quien en su obra “Historia y Narración”, nos lleva –a mi parecer-, dejando de lado un poco esto de la recreación de los hechos en la mente- a como hilar esta red explicativa. Para Danto,  esta red la ve como una organización narrativa, ya que esta se basa en la causalidad  con otros acontecimientos relacionados, lo que implica como también los dice Collingwood, una narración que contiene una significación. Citando a Danto “el sentido de significación común, no obstante, a todas las narraciones,  esta determinado por los intereses temáticos de este o aquel ser humano”[1]. En el fondo, explica que el narrar es también explicar y el significado será relativo en la variedad de las personas, desdeñando las explicaciones universales y únicas de Hempel. De que manera, unir estos nodos de acontecimientos o datos, que son entregados por estas pruebas o testimonios históricos, mediante las oraciones narrativas, que en realidad describen el primer hecho separado temporalmente de un segundo hecho, la explicación va siempre en el primer acontecimiento porque este desemboca en el segundo. Danto enfatiza que dentro de esta organizaron narrativa, la ocurrencia debe ser verdadera[2], por lo tanto, hay oraciones que son falseables, dando razón a Collingwood en el uso de la crítica. No obstante, el primer acontecimiento no es único, ya que puede contener uno o dos acontecimientos más. Aun así, no es posible describir todo el cuadro, aunque sea con unos detalles puntillosos, ya que no es posible y lograr la crónica ideal,  y no sería historia.

            La construcción de la red, bajo la mirada de la crítica, sirve como una alarma en el momento si los hechos son genuinos[3]. La red es el filtro crítico de los acontecimientos, es por donde deben pasar las autoridades. Si Barros Arana, me indica que si O’Higgins tuvo la iniciativa y casi éxito de tomar Chillan en 1813, pero si mi construcción y mis criticas de las fuentes bajo un trabajo de Antonio de Quintanilla y Melchor Martinez, me dan unos hechos muchas mas fidedignos, pongo a Barros Arana como parte de la refutación hacia su autoridad. De esta manera el historiador debe justificar las fuentes empleadas, para la construcción de la imagen del pasado, que es producto de su imaginación a priori. Esto da a entender, que los supuestos y proposiciones que hacen los historiadores, pueden ser falseadas, Collingwood, reconoce aquello,  pero ello es solo factible bajo la crítica. De esta manera como lo indica Collingwood “la imaginación (…) que hace el trabajo de construcción histórica proporciona, también, los medios critica histórica”.  Igualmente para Danto, los acaecimientos historiaos, adquieren una significación  en su relación con otros acontecimientos, así las oraciones narrativas justifican el uso de una narración.
            Dentro de las ideas de Collingwood y de la imaginación histórica, esta la diferenciación entre el novelista y le historiador. La novela y la historia tiene ciertos puntos en común, la coherencia, no se admiten elementos innecesarios, son auto-explicativas, auto-justificantes, también de ser un producto de una autoridad autónoma además de uso indiscutido de la imaginación. Pero la novela no pretende ser verdadera, ya que solo busca coherencia y sentido. Para el historiador, mas bien, hay una doble tarea implícita –epistemológicamente hablando- además de tener coherencia y sentido, y en este punto se acerca a Ranke, es la construcción de una imagen histórica, tal cual como sucedió. Esto conlleva tres aspectos, uno que la imagen está ubicada en un tiempo y en un espacio determinado. Lo cual para el novelista no debe ser necesario. Por otro lado, tiene que haber coherencia con el mundo real, relacionado con la geografía y con la cronología, este aspecto es trascendental debido a que hay una ligazón con lo tangible. Para Collingwood el siguiente aspecto es valioso, ya que tiene que ver con el testimonio histórico, la cual es la única vía para comprobar la verdad. Un estudioso de la formas de construcción histórica, pero desde le punto estético, es Hayden White, que en su obra “Metahistoria”, da a entender este aspecto al cual se refiere Collingwood, en dos aspectos, en primer lugar, el historiador halla su relatos, refiriéndose al trabajo de heurístico, en la búsqueda e investigación de fuentes históricas, pero el novelista inventa sus relatos. Pero hay un segundo aspecto que llama la atención de White, a lo cual citare, “…la tarea del historiador, sin embargo, oculta en la medida en que la ‘invención’ también desempeña un papel en las operaciones del historiador”[4]. El historiador también usa la imaginación, para dar coherencia a su relato o red, en la cual un hecho puede ser perfectamente el principio de su trabajo, la transición o bien el final. El relato tiene una ruta, que termina en una resolución, y eso depende del orden jerárquico de los que haya, dentro de criterios de coherencia teleológica. Esta red de ilaciones y nodos, o sea de hecho y de explicaciones, es denominado por White como trama.  Este último punto, para White para es lo que da significación al trabajo histórico, lo cual fluye de manera estética, como la tragedia, el romance o la comedia.  A pesar que, para un historiador esto puede ser chocante, White propone que el constructor histórico propone formas de narración, que vienen directamente de una forma propia de redactar. De esta manera, el tramado es la manera en que una secuencia de sucesos organizada en un relato se revela de manera gradual como un relato de cierto tipo particular.

            El autor inglés define como testimonio histórico “todo aquello que el historiador puede utilizar como testimonio histórico”[5]. En este punto, el conocimiento histórico se engrandece, ya que el testimonio es reflejo de lo que pasó y es la evidencia del pasado que ya no existe, pero no significa la refiguración de este. En este punto hace un avance importante. Se debe tomar en cuenta que Collingwood, además de ser un filosofo de la historia, también es un arqueólogo, a pesar que esta disciplina ya tenía un desarrollo desde el siglo XIX, aun así, permite comprender que la fuentes pueden ser de todo tipo, y también aquellas que otros historiadores no han tomado en serio. Aquí entra nuevamente la percepción del historiador, ya que los elementos que ha dejado la historia están en el mundo del aquí y del ahora, estos elementos serán testimonio histórico en el caso que el historiador los considere útiles.


[1] Danto “Historia y narración” p.98
[2] Ibid. 131.
[3] Collingwood “Ideas de historia” p.237
[4] White “Metahistoria” p. 18
[5] Colliongood “Ideas de historia” p. 239