jueves, 5 de agosto de 2010

Cientificidad de la representación historiográfica II

En el siglo XX, el trabajo filosófico sobre la epistemología de la representación histórica fue mucho más profundo, ya que a base de éstas corrientes decimonónicas, se ampliarán las interpretaciones terminando bajo un prisma postmodernista narrativista.

El neopositivismo nuevamente se renueva bajo la dirección de dos filósofos importantes, Hempel y Popper, los cuales proponían para la historia, el uso de leyes y de métodos nomológicos-deductivos, cuantitativos y taxonómicos para la realización de explicaciones históricas convincentes, criticando sea de paso, a todo uso de la imaginación, metafísico y especulativo. La interpretación de la historia debe ser en base de datos concretos. Esto conllevó a la reacción de los herederos del idealismo, entre ellos Collingwood, que con su obra “Ideas de historia” que demandaba la explicación histórica, como una recreación mental, hecha en base del pensamiento, en la decisión premeditada y planificada, o mejor dicho racionalizada, la cual implicaría cambios en el curso histórico, diferenciándose así de la posición de Hempel. Hubo, posiciones intermedias que aceptaban ciertos aspectos del positivismo y del idealismo, como son los casos de H.C Walsh y P. Gardiner, que tratan de reconciliar estas dos corrientes y que serian útiles para una construcción histórica mejor elaborada, que es posible generalizar, correlacionar y precisar, y que el uso de conceptos iluminarían mejor el trabajo de indagación y de esclarecimiento histórico, pero rechazan de plano el uso la exclusivo el uso de leyes y la negación de la causación. Refutan en parte la visión de Collingwood, de definición de causalidad fundamentado en el pensamiento racionalizado, ya que para ellos, el hombre no solo es únicamente ejercicio reflexionado, sino también emociones, sentimientos y muchas de sus acciones no son meditadas, por ende no creen que una sucesión de hechos que sean elaborados por fenómenos telepáticos o de una conciencia colectiva autodirigida para llegar a un resultado dado. Arthur Danto, en su libro “Historia y Narración”, se aleja de la explicaron histórica a bases de leyes, y se acerca más a lo analítico y hermenéutico, poniendo sobre el tapete en lo narrativo, fundamentando la explicación de causalidad a base de oraciones o frases narrativas, para lograr así una mejor comprensión del tratamiento histórico y de la reconstrucción del pasado. Critica a quienes quieren una historia total con todos lo detalles, basado en un ejemplo llamado “el cronista ideal”. Una especie de robot, que describe con sumo detalle todos los aspectos de un pasado, estando en ese pasado como si fuera su presente, pero que tiene la dificultad de no poder interpretar, ni predecir que puede pasar en el futuro, tampoco vislumbrar las consecuencias de ese presente ni menos redimensionar la trascendencia de ciertos aspectos del presente descrito, por lo tanto, lo que hace el cronista ideal no es historia. Sino que más bien el trabajo del historiador es ese pasado recreado a base de oraciones narrativas.

El trabajo de la narración es analizado de una forma estética por Hayden White, en la cual en su obra “Metahistoria”, analiza a los grandes historiadores del siglo XIX dentro de su forma de articulación de explicación histórica. Así da cuatro fundamentos importantes dentro de trabajo discursivo, en primer lugar, diferencia la crónica (texto el cual solo describe y no tiene un final), del relato (texto estructurado, con un principio, desarrollo y final), el modo de tramar (comedia, romance, sátira) de argumentar (formismo, mecanicismo, organicista y contextualismo) y su base ideológica (conservador, liberal, radical y anarquista. En ella agrega el uso de tropos, en la labor histórica, esto implica, que los historiadores tiene un matiz en el empleo de la palabras con el objeto de dar cierto sentido a lo que quieren demostrar o narrar, de ahí viene el uso de sinécdoque, la metonimia y la metáforas. White insiste que el uso de estas características o elementos narrativos, son más bien por gusto que por valores ideológicos. Pero que implica la proposición de un discurso histórico, para análisis e interpretación, por lo tanto de la hermenéutica.

Se da paso de esta forma a Paul Ricceur, en donde se profundiza en la temática de la hermenéutica y en la narración, esto conlleva a que hay una traducción del pasado por la historiografía. Esto se expresa a través de la mimesis, a lo que Ricceur señala que el traspaso de la información se va configurando a través de reproducción de realidad, esto conformado a través de tres mimesis, que al final son diferentes interpretaciones de la realidad, que da como resultado un circularidad de visiones y enfoques.

Los hechos históricos tienen una preexistencia en un tiempo anterior, como lo indica Heidegger y el existencialismo, en el “Ser y tiempo”, donde este ser esta en un presente y en mundo con una gran variedad de posibilidades, lo que es denominado el “Dasein”, por lo tanto este ente se construye y se reconstruye constantemente, gracias a las posibilidades que ese mundo da, por lo tanto el ser tiene muchos significados y esta en una condición de constante apertura, y el fin de ello será la muerte. Por lo tanto en el pasado, el hombre esta históricamente situado, en definitiva “el ser a sido”. La única forma historiográfica que se adapta a esta concepción filosófica es el narrativismo, ya que puede expresar de diferentes maneras aquellas diferentes posibilidades que hay desde la historia a esa contante apertura a las posibilidades. Aparece el tema de lo que es real o lo irreal, que en la literatura pasan a ser diferentes modalidades de expresión, por lo tanto la historia no se restringe a una historia de archivos o de eventos concretos, sino de todo aquello que puede ser utilizado para la construcción histórica y en el trabajo de la ficción como fuente de historicidad.

La labor del trabajo histórico, en lo personal no es un faena científica basada en las concepciones hemepelianas, ya que en historia, por una parte no es posible sistematizar en base de leyes generales, tampoco es posible generar explicaciones históricas en base de esquemas nomológicos, ya que gran parte de los acontecimientos que están en el pasado, a pesar que pueden hacer referencia a ciertas teorías para llevar a cabo como lo explica Gardiner, con el objeto de clarificar o dar más luz a las elucidaciones de carácter histórico, están en lugares o espacios y contextos diferentes, aun así es posible buscar tendencias que dan esbozos de explicación. La creación de un discurso histórico, es mucho mas factible, los ejemplos de Ricceur, pueden ser tajantes al alejarse de la famosa objetividad histórica, pero útil en el momento de confeccionar el contracto histórico.

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